Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El "big bang" fue el blues para los Rolling Stones

Sus 'satánicas majestades' cosechan sus mejores críticas en tres décadas con 'Blue & lonesome', su primer álbum de estudio desde 'A Bigger Band'

Una imagen reciente de los Stones. // Claude-Gassian

Cuando Mick Jagger y Keith Richards, amigos de la infancia, se reencontraron por casualidad en la estación ferroviaria de Dartford, el 17 de octubre de 1961, su tema de conversación fueron los vinilos que el cantante llevaba bajo el brazo, directamente importados del sello Chess, la meca del blues de Chicago. Uno de ellos era un recopilatorio de Muddy Waters, un bluesman por el cual ambos profesaban devoción. Jagger invitó a Richards a una sesión de escucha en su casa, y al año siguiente fundaban un grupo con el nombre de una canción de Waters, "Rollin' Stone", y tocaban canciones compuestas por Jimmy Reed, Willie Dixon, Eddie Taylor, Little Walter and Howlin' Wolf. Son los mismos autores que firman las canciones de "Blue and lonesome", primer álbum de estudio de los Stones después de "A bigger bang" (2005). Pese a ser un álbum de versiones, o quizá gracias a eso, las críticas han sido las más favorables que han tenido Sus Satánicas Majestades en tres décadas.

"El blues tuvo un hijo, y fue el rock and roll", decía el propio Muddy Waters. "Si no conoces el blues no tiene sentido que cojas una guitarra para tocar rock and roll o cualquier otra forma de música popular", confirma Keith Richards. Como recuerda en las notas del disco el escritor británico Richard Havers, experto en los Stones, Richards ha propuesto que pongan en su lápida "he passed it on", en referencia a su papel en la transmisión del blues de Chicago a las generaciones posteriores. "Presentamos nuestros respetos -señala Mick Jagger-, pero llevamos el blues más allá y con suerte lo presentamos a una generación de seguidores".

Todo ocurrió en tres días del año pasado, el 11, 14 y 15 de diciembre de 2015. Los Rolling Stones se encontraban en los estudios British Grove, propiedad de Mark Knopfler, al oeste de Londres y muy cerca de Richmond, donde los Stones ofrecieron sus primeras actuaciones como banda de blues. El productor del disco, Don Was, cuenta que estaban grabando nuevas canciones, y entre y toma y toma desconectaban con blues. "Necesitábamos enjuagarnos la boca, y el jengibre para el paladar vino cuando Keith [Richards] dijo: "Toquemos "Blue and lonesome"". Afortunadamente Krish Sharma, que grabó el álbum, le dio al botón de grabar y lo que oyes [en el disco] es la única toma de esta canción". Así registraron los 12 cortes, con los músicos tocando juntos en directo en el estudio y -aseguran- sin añadidos. "Nunca habíamos hecho un disco así, incluso nuestro primer álbum tenía añadidos", subraya Mick Jagger. Según Ronnie Wood, se comunica con Richards con la mirada y no prepararon sus respectivas partes de guitarra antes de la grabación. "No es algo técnico, sino emocional -dice el batería Charlie Watts, apasionado del jazz, sobre el blues-. Uno de los aspectos más difíciles es transmitir ese sentimiento". Para Keith Richards, "en la superficie parece fácil de tocar, pero en realidad es mucho más complejo".

Recuerda Richards que comenzaron tocando blues de Chicago, en 1962, pero "si querías la fama y el estrellato ese no era el camino a seguir". Mick Jagger, por su parte, explica que la idea de este álbum, grabado en tres días, ha estado rondando las cabezas de los Stones durante medio siglo. "Lo podríamos haber hecho en 1963 o 1964, pero desde luego no hubiera sonado como este. Es lo interesante de un disco que ha sido realizado rápidamente, refleja un momento en el tiempo, un momento y un lugar".

Según el cantante de los Rolling Stones, que el pasado verano cumplió 73 años, decidieron invitar a Eric Clapton a la grabación cuando repararon en que se encontraba en el estudio contiguo grabando su disco "I still do". "Le arrastramos para que tocase en dos canciones y les dio un sentimiento muy diferente". Son "Everybody knows about my good thing", grabada originalmente en 1971 por Little Johnny Taylor; y "I can't quit you baby", compuesta por Willie Dixon y grabada por Otis Rush, una de las grandes influencias de Clapton, en 1956. El propio "dios" de la guitarra ha grabado varios discos de versiones de blues, entre ellos los muy recomendables "From the cradle", de 1994, y "Me and Mr. Johnson", dedicado a la leyenda del blues del Robert Johnson, diez años después.

En el álbum, además de los músicos citados y de Darryl Jones, el bajista habitual de los Stones desde hace 23 años, tocan también el pianista Chuck Leavell, otro músico de la órbita stoniana desde hace décadas; Matt Clifford (teclados) y Jim Keltner (percusión), batería en cuya hoja de servicios figuran los nombres de Elvis Presley, Bob Dylan y George Harrison, entre muchos otros.

Se cierra así un 2016 inolvidable para los Stones, que este año realizaron una intensa gira latinoamericana y un histórico concierto gratuito en La Habana.

¿Habrán conseguido los Rolling Stones, ya septuagenarios, que el blues sea algo cool para la llamada Generación del Milenio? Parece que con este disco y con videoclips como el de "Ride 'em on down", con una rutilante Kristen Stewart, lo han logrado. Para los seguidores más veteranos, este disco es solo blues, pero nos gusta.

Compartir el artículo

stats