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Actores curtidos en mil botellas

Juan Tejero repasa las vidas de estrellas de Hollywood consumidas por sus problemas con el alcohol en "El método Smirnoff"

Humphrey Bogart en "Casablanca"

Juan Tejero consigue en El método Smirnoff un cóctel explosivo: "Alcohol, sexo y estrellas". Ahí van algunas gotas de muestra: "Humphrey Bogart tenía una amante continua en el whisky, aunque no le hacía ascos a un litro de ginebra. Spencer Tracy trasegaba de todo en cantidades inconcebibles. Y William Holden recurría al alcohol como freno y al mismo tiempo como motor. Una paradoja cruel. Otra estrella que se bebió la vida literalmente fue Ava Gardner. Fascinante, seductora, vital hasta el agotamiento. Sinatra solía decir: el alcohol puede ser el peor enemigo del hombre, pero la Biblia dice que ames a tu enemigo". Bogart lo tenía claro: "No confío en un cabrón que no bebe". A su regreso de unas vacaciones en Italia contó: "No me gustaba la pasta, así que me he alimentado de whisky y sopa".

Richard Burton, Peter O´ Toole y Richard Harris cerraban pubs, bebían hasta perder el conocimiento, se presentaban borrachos al rodaje. "Era para quemar la mediocridad, el aburrimiento que sentíamos cuando abandonábamos el escenario", decía Burton. También podía ser para no tener que recordar que estaba participando en una película infame. "Yo era tonto, joven y borracho, y hacía el ridículo", declaró O´Toole, "pero disfruté de la época en la que entraba en un bar de París a tomar algo y acababa despertándome en Córcega". Harris seguía una dieta estricta: dos botellas diarias de vodka hasta las siete de la tarde. Luego abría una botella de oporto y otra de brandy y lo mezclaba todo. "En su bar favorito de Nueva York, el barman le veía entrar y colocaba encima de la barra seis vodkas dobles".

Montgomery Clift "se hundió en el alcoholismo, lenta pero inexorablemente". Fue "el suicidio más largo de la historia del cine. Monty enfiló el camino de la autodestrucción y se fue destruyendo despacio, muy despacio, con la abulia de quien no tiene ganas de vivir y de quien, además de todos sus traumas, padece insoportables dolores físicos".

Las palabras "pelea" y "bar" se convirtieron en sinónimos de Russell Crowe. Se dijo de él que "una vez le arrancó a un hombre un trozo de cuello de un bocado y se lo escupió en la cara durante una bronca en una taberna de Sidney, o que en otra ocasión molió a palos a su propio guardaespaldas".

Quienes participaron en Encuentro en París recuerdan su filmación como una pesadilla por el avanzado alcoholismo de William Holden. Ni siquiera se daba cuenta de que estaba borracho. Cuando murió, junto al cuerpo se encontró una botella vacía.

Lee Marvin volvió conduciendo a su casa después de otra noche de borrachera y diversión, pero al llegar su llave no entraba en la puerta. Empezó a aporrearla. Abrió una desconocida. "¿Quién coño es usted?", le preguntó Lee. "Soy la señora Smith. Le compré esta casa hace tres meses, señor Marvin". "¿Y entonces dónde coño vivo yo?".

El origen de la tendencia a la camorra de Mickey Rourke estaba en gran parte en el alcohol. "Su árbol genealógico apestaba a licor, su padre había muerto alcoholizado a los cuarenta y nueve años y algunos de sus tíos también eran dipsómanos". Cuanto más subía "más se autodestruía, y cuanto más se autodestruía más bebía. Su triste infancia tuvo mucho que ver con ello". "Por eso", confesó, "en cuanto tuve un poco de éxito, se me fue la olla".

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