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Redescubriendo al perro

Un estudio establece un doble origen geográfico del cánido y dos procesos de domesticación

Redescubriendo al perro

El perro fue el primer animal doméstico. Ha acompañado al hombre desde el Paleolítico, hace al menos 15.000 años. Y ha participado, como compañero, animal de trabajo o sujeto experimental, en muchos de los hitos de la Historia. Incluso ha viajado al espacio. No obstante, a pesar de tan estrecha relación, su origen aún plantea dudas. Se sabe que procede del lobo -aún conserva algunas de sus pautas de conducta y comparte su lenguaje gestual y oral- y se ha documentado, mediante excavaciones arqueológicas, la antigüedad de ese vínculo en diferentes puntos del hemisferio Norte (por donde se distribuye ampliamente su ancestro salvaje). Pero no estaba claro si tuvo una única "patria" ni si se produjo un sólo proceso de domesticación. Un estudio publicado el mes pasado en la revista "Science" apoya la tesis de una doble "cuna" y sugiere, igualmente, dos procesos de domesticación.

El origen oriental del perro era, hasta ahora, la tesis dominante. Frantz y los otros 28 científicos que firman el artículo de "Science" mantienen la raíz asiática de un linaje de perros, pero añaden otra en Europa. Las evidencias arqueológicas apoyan la existencia de más de un punto de aparición del perro, en contra de lo que indican los análisis genéticos. Esa discrepancia la resuelve el estudio publicado en "Science" en tanto concluye que el rastro genético se ha visto alterado por la dispersión hacia el Oeste de la población oriental de perros -en paralelo a la de los grupos humanos en cuyo seno evolucionó- hasta alcanzar Europa occidental en algún momento hace entre 14.000 y 6.400 años. Pero, añaden, el linaje oriental del perro no sólo llegó a Europa, sino que reemplazó parcialmente a los perros indígenas del Paleolítico o se mezcló con ellos. Ya en el siglo XIX, el furor por estas mascotas que dio origen a la mayor parte de las razas actuales (343 reconocidas por la Federación Cinológica Internacional) generó también un indescifrable caos genético.

Por otro lado, la tesis del origen único se tambalea porque el material arqueológico no sustenta la secuencia temporal que debería acompañar a la variación geográfica, pues habiendo en Europa y Oriente Próximo restos de hace 15.000 años de edad, y de más de 12.500 en China y Siberia oriental, en Eurasia Central ninguno supera los 8.000. Ese "cuello de botella" en el centro del continente no concuerda con un mero proceso dispersivo.

El rastro del perro se esclarece, pero otros científicos han planteado una alternativa a la domesticación. Así, investigadores de la Universidad de Oxford sostienen que lo que ocurrió en realidad es que algunos lobos, los menos tímidos, comenzaron rondando los campamentos de los cazadores nómadas paleolíticos para robarles despojos, como carroñeros, y poco a poco se fueron confiando, y transmitiendo esa confianza a sus cachorros, hasta que algún hombre tendió su mano a uno de ellos y se forjó el pacto que convirtió al lobo en perro.

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