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El Vigo de Pradilla

Casado con una viguesa, la ciudad olívica tiene un especial protagonismo en la obra del artista aragonés Francisco Pradilla. Hace ahora un siglo, en 1916, pintó "Venta de pescado en la playa de Vigo" y "La tarde (paisaje de Vigo)"

"Venta del pescado en la playa de Vigo", pintado por Francisco Pradilla en 1916.

Los paisajes y las costumbres del Vigo de hace un siglo lucen con todo su brío y colorido en los cuadros de Francisco Pradilla, uno los artistas españoles más destacados del último tercio del siglo XIX y principios del XX. Además de sobresalir en el género histórico, fue un excelente paisajista y pintor de género. Dirigió el Museo del Prado y la Real Academia de España en Roma, y recibió numerosos galardones. Mariano de Cavia le calificó como "el mejor pintor aragonés después de Goya". Pradilla tuvo una relación muy especial con Galicia, pero sobre todo con Vigo, ciudad que le sirvió de inspiración artística y en la que conoció a la que sería su esposa, Dolores González del Villar.

Hace ahora un siglo, en 1916, Pradilla pintaba dos de sus cuadros vigueses. Uno de ellos, "Venta de pescado en la playa de Vigo", es un retrato costumbrista de la actividad marinera en la ribera del Berbés. El otro, "La tarde (paisaje de Vigo)", es un pequeño cuadro que recrea un atardecer en la ría viguesa. No fueron las únicas obras ambientadas en Vigo y sus alrededores; son conocidos también sus pinturas "Los días de mercado en Vigo", "Hortensias en la ría de Vigo", "Peregrinación a Nuestra Señora de A Guía" o "Romería de San Roque". Y es que los paisajes gallegos sirvieron a Pradilla de inspiración más de una vez en sucesivas estancias en Galicia. Otra de sus obras más conocidas recoge una procesión de Santiago Apóstol en Compostela.

Así describía su forma de afrontar la pintura el propio Pradilla al comentar el cuadro "La ribera de Vigo", de 1889: "me propuse estudiar en lo posible delante del natural la verdad, pudiéramos decir objetiva y subjetivamente, de escenas pintorescas al aire libre, con propósito también de compenetrar cada una de estas escenas, de la luz de diferentes horas del día". El puerto del Berbés de Vigo fue uno de los lugares que más le impresionó, y de hecho lo llevó a sus composiciones varias veces a lo largo de su vida.

Más de una treintena de sus obras tienen temática gallega. La mayoría de ellas son dibujos que se encuentran en el Museo Provincial de Pontevedra, como "La loca de Pontevedra" (1879), un retrato inspirado en el personaje real de una popular demente que vivía en el barrio pontevedrés de A Moureira.

Francisco Pradilla y Ortiz (Villanueva de Gállego, Zaragoza, 1848 - Madrid, 1921) se formó como pintor en la capital maña y en Madrid, donde estudió en la Escuela Superior de Pintura y Escultura. Durante esos años colabora con varias revistas, entre ellas "La Ilustración Española y Americana". Como escribe su biógrafo José Antonio Cuenca, "será a partir de 1871 cuando comience a viajar a Galicia, tomando contacto con estas tierras que le causarían una fuerte impresión, tanto por sus verdes paisajes, tan extraños para él, como por sus aspectos costumbristas que se mantenían intactos debido a su secular aislamiento y, así, los temas gallegos se convertirán en una constante que mantendrá el aragonés a lo largo de su dilatada vida".

En Vigo conoció a la que más tarde sería su mujer, Dolores González del Villar, hija del síndico del puerto de Vigo. Tras dejar la ciudad olívica, siguió carteándose con ella, con escritos cargados de romanticismo y de bellos dibujos. Al parecer, Francisco Pradilla conoció a Dolores de una forma un tanto peculiar: mientras el artista visitaba un buque en el puerto de Vigo, otro de los visitantes cayó al mar cuando descendía por la pasarela; el pintor aragonés participó en el rescate y en el traslado del herido a las dependencias del síndico del puerto, donde vio por vez primera a su futura esposa.

De Roma, a Galicia

Con 25 años, en 1873, obtiene una de las plazas de pensionado de la Academia Española de Bellas Artes de Roma. Allí pasará tres años formándose en pintura histórica. Durante el tercer y último año de pensionado Pradilla pintó un cuadro que será el primer gran éxito de su vida: "Doña Juana la Loca", obra que recibió la medalla de Honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1878, así como el reconocimiento de la Exposición Universal de París celebrada ese mismo año.

Francisco Pradilla viaja entonces de nuevo a Galicia, y se casa el 29 de enero de 1878 con Dolores del Villar en Lugo, en la iglesia de Santiago. Poco después regresa a Roma, junto a su esposa, embarazada de su primera hija, Lidia. En febrero de 1880 la Academia de Bellas Artes de San Luis le nombra académico correspondiente. Dos años antes el marqués de Barzanallana, presidente del Senado, le había encargado la ejecución de un gran lienzo con el tema "La Rendición de Granada", obra que le consagró como artista. Mientras pintaba el cuadro en Roma, dirigió entre septiembre de 1881 y abril de 1882 la Academia de Bellas Artes de Roma.

En 1887 Pradilla regresa a Galicia, con su mujer embarazada por quinta vez. Es más bien un retiro tras la muerte de su tercera hija, Isabel, a la edad de tres años, y el fallecimiento de su hermano. El reencuentro con las tierras gallegas tendrá mucho de beneficioso para Pradilla, recobrando plenamente su salud, tanto física como anímica, lo que permitió un periodo ascendente que le llevaría a realizar sus mejores obras, principalmente de carácter costumbrista. De esta época, por ejemplo, son sus cuadros "Lavanderas gallegas" (1887) y "Romería de San Roque" (1888) y el citado "La ribera de Vigo" (1889).

En 1896 le nombran director del Museo del Prado, cargo en el que cesa dos años después por las limitaciones administrativas y falta de personal cualificado. Una encuesta del semanario ilustrado "Blanco y Negro" en 1902 lo situaba como el segundo pintor más destacado del país, después de Joaquín Sorolla, quien se proclamaba públicamente discípulo suyo y a quien le unía una estrecha amistad. "Era de carácter serio, reconcentrado, muy estudioso, con cultura extensa y profunda y un tremendo aficionado a la música", comenta de Pradilla su amigo Manuel Gómez Latorre.

En el Museo de Pontevedra

Falleció en 1921, a los 73 años, a causa de una arterioesclerosis generalizada. Dejó más de mil cuadros, entre los que predominan los óleos pero también las acuarelas. Del legado que de Francisco Pradilla Ortiz se conserva en Galicia, José Carlos Valle y María Ángeles Tilve, autores de "Patrimonio aragonés en el Museo de Pontevedra", destacan "un significativo conjunto de dibujos, fechados entre 1873 y 1918, donde se hacen patentes sus extraordinarias facultades. Son dibujos preparatorios para diferentes obras o simples apuntes de oficio de cuadernos de viaje". Cuatro óleos de Pradilla llegaron al museo pontevedrés en la década de 1960 como depósito de D. José Fernández López, siendo adquiridos por el museo en el año 1994. Los dibujos, a excepción del titulado "La loca de Pontevedra", fueron adquiridos en Vigo en el año 1952.

Su hijo Miguel Pradilla, pintor como su padre, reflejó también en sus obras el ambiente marinero del Berbés y otros lugares de la comarca viguesa. La atracción por Galicia le venía de familia, al tiempo que le cautivaban las faenas del mar y nuestras fiestas y costumbres.

Grabados en la "La ilustración española"

  • El grabado de Francisco Pradilla "La Ribera de Vigo" (izda.) ganó en 1874 el primer premio de la sección de Bellas Artes de la revista "La Ilustración Española y Americana". En las páginas de la citada publicación aparecieron numerosos dibujos del artista aragonés. Un año antes, en 1873, había publicado en la revista sus trabajos "Mercado de granos en Noya", "Interior de un molino en Noya" y "Horno de pan en Galicia". Pradilla colaboró de forma habitual con "La Ilustración Española y Americana" entre los años 1872 y 1876.

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