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Ramón Villot Villot: "Con Valentín Paz Andrade aprendí a hablar en gallego y a amar a Galicia"

Aunque se licenció en Derecho, su primera experiencia en una emisora de radio en Vigo recondujo su trayectoria hacia el sector audiovisual

Ramón Villot, en un acto público reciente. // Archivo familiar

>> Hijo de maestro de Ciencias y Letras que tuvo su propia academia en Vigo y nieto de militar, Ramón Villot Villot nació en los años 30 y vivió en una familia de siete hermanos que sacó adelante con mucha dignidad un padre incansable en el trabajo. Aunque acabó la carrera de Derecho e incluso trabajó en el despacho de Valentín Paz Andrade, su entrada en la radio de los años 50 a través de la emisora viguesa La Voz de Vigo le llevó como a su hermano José María a desarrollar toda su trayectoria vital en este medio, al que no había sido ajeno tampoco su padre aunque como colaborador en los años 30 y 40. Villot se estrenó como director en Radio Oviedo y volvió para dirigir La Voz de Vigo en sus años primeros, entonces una emisora de las del Movimiento que se permitía tener una red de 25.000 socios. Ahí empezaría una rica trayectoria que le apartaría de Galicia casi la mitad de su vida, con cargos como director de la cadena REM de radios del Movimiento, contribuyendo a su apertura, director de Programas de Radio Nacional de España, director general luego de esta misma cadena y después, llamado por Fraga a Galicia, director general de la Radio y Televisión de Galicia. Por medio, responsabilidades como la dirección en RNE de Programas Internacionales o la coordinación de sus emisoras territoriales le dieron un bagaje comunicacional insustituible. Sin embargo, al oírle su memoria de toda esta experiencia, uno no duda de que es mucho lo que calla porque sus responsabilidades en tiempos tan intensivos como los del último franquismo, la Transición y el estreno de la democracia le habrán aportado tantos datos con tantos personajes importantes como para pensar que los está reservando para un libro sin duda jugoso. No están aquí, pero esta es al menos su memoria básica, la que ha querido contarnos. Quienes le conocen dicen que siempre ha sido un hombre con las puertas abiertas de su despacho para todo el mundo.

> > "Primeros recuerdos: el Colegio de la Enseñanza, en la calle María Berdiales, uniforme azul, cuello blanco; y la Plaza de Portugal, primeras patadas a una pelota y vueltas tasadas en la bicicleta de Toñete Lago. Casa de la calle Cervantes, siete hermanos (ahora somos cinco), yo el mayor, y unos padres que trabajaron denodadamente para sacar la familia adelante. Nuestro padre era, sobre todo, profesor -había tenido en la calle Real la academia Villot-, magnífico profesor de matemáticas, de francés, de latín, de griego; daba clases después de comer, antes de incorporarse a su trabajo de contable, y hasta las diez de la noche, de lunes a sábado y algunos domingos. Bachillerato: los dos primeros cursos en el Instituto que estaba entonces en la Escuela de Artes y Oficios de la calle Pontevedra, y luego en el Colegio Apóstol Santiago. De aquellos años en los jesuitas conservo la amistad de los compañeros que llegamos al examen de reválida en 1950 y que seguimos manteniendo una relación frecuente y entrañable. Carrera de Derecho: la estudié en Barcelona, aprovechando que allí vivía un hermano de mi madre, sin hijos. Varios años en aquella gran ciudad y cinco cursos en aquella excelente universidad (donde todas las asignaturas eran impartidas por los catedráticos titulares), creo que me marcaron muy positivamente. Hace justo ahora 60 años que terminé la carrera y la semana pasada nos reunimos los supervivientes de aquella promoción para festejarlo".

> > "Regresé a Vigo en 1956. Mi padre quería que hiciera oposiciones pero yo preferí el ejercicio libre de la profesión, de manera que me llevó al despacho de su amigo, don Valentín Paz Andrade -siempre le llamé don Valentín- y allí me quedé como pasante. Paz Andrade me enseñó muchas cosas y no solo de la ciencia jurídica que él dominaba sino también de la constancia en el estudio, del rigor en el trabajo, de la lealtad al cliente y el respeto debido a la otra parte y, por cierto, aprendí a hablar gallego y a querer a Galicia. Modestia aparte, creo que hubiera llegado a ser un buen abogado, pero€ A Radio Vigo, la emisora de toda la vida, le había nacido un competidor, La Voz de Vigo, que por entonces realizaba emisiones en pruebas. Un buen día mi amigo de la infancia y compañero de colegio Pedro Rodríguez (grandísimo periodista años después) me pidió que me uniera como colaborador literario al equipo de "locos aventureros" que estaban inventando aquella nueva radio. Así empezó mi andadura radiofónica, primero con un pretencioso programa titulado "Retablo de las Artes y las Letras" y luego, poco a poco, con otros más, musicales, entrevistas, reportajes y hasta comentarios y retransmisiones deportivas. Aquella fue, en efecto, una aventura maravillosa, gobernada por un director inolvidable, Luciano Rodríguez, pontevedrés de nacimiento, que hizo el milagro de crear un modelo de radio distinto, imaginativo, fresco, moderno en definitiva, que se ganó en tiempo récord la atención mayoritaria de la audiencia; su iniciativa de constituir la Asociación de Amigos de La Voz de Vigo llegó a contar con 15.000 socios, auténticos fans de la emisora".

>> "Para mí fueron años frenéticos, compaginando el despacho profesional y mis colaboraciones radiofónicas, cada vez más exigentes. Hasta que a finales de 1961, Luciano Rodríguez, ya en Madrid, me ofreció dirigir Radio Oviedo. Hablé con mi padre, hablé con don Valentín, hablé con Mayte, mi novia entonces y hoy mi mujer, le di cien vueltas a la oferta y, finalmente, tomé la decisión que había de reorientar mi vida y de la que nunca me arrepentí: llamé a Luciano, le dije que sí y en febrero de 1962 me fui a Asturias como director de Radio Oviedo. Estuve en Oviedo cuatro años. Mayte y yo nos casamos en Vigo en 1963, de manera que aquella etapa la recuerdo como doblemente feliz, en lo personal y en el ejercicio de mi primera responsabilidad directiva. Regresé en 1966 para dirigir mi querida emisora, La Voz de Vigo, para dirigir a mis antiguos compañeros de fatigas que me ayudaron sin regatear esfuerzos. Ya quedamos pocos de aquel equipo, pero quiero destacar, porque es de justicia, a mi hermano José María Villot y recordar a Ramón Lago Olano, ya fallecido".

>> "Mi estancia en Vigo duró poco porque en 1971 me llamaron de Madrid para dirigir la cadena REM, la Red de Emisoras del Movimiento a la que pertenecían Radio Oviedo, La Voz de Vigo y otras 15 emisoras. En el desempeño de esta dirección general me propuse cumplir tres objetivos: poner en marcha una programación en cadena, entonces inexistente, reordenar la gestión económica y lograr una cierta autonomía informativa rompiendo el monopolio de Radio Nacional de España. Mal que bien, conseguimos alcanzar los dos primeros pero fracasé en el tercero, en la reclamación de la capacidad informativa,; ni siquiera nos dejaron informar sobre el asesinato de Carrero Blanco. El 13 de junio de 1974 recibí el cese y a punto estuve de regresar a Vigo, pero la suerte acudió en mi ayuda: Jorge Arandes, director de programas de Radio Nacional de España y destinado a Barcelona como director-gerente de Radiotelevisión Española, propuso a Juan José Rosón, director general de RTVE, mi candidatura para sucederle. Aceptada la propuesta, el 15 de octubre de aquel mismo año empecé a trabajar en la Casa de la Radio de Prado del Rey como director de programas de RNE".

>> "Llegar a Radio Nacional era para un profesional de la radio una meta, el final del camino, y así fue también para mí. Los siete años como director de programas de RNE me ofrecieron muchas oportunidades de realización profesional y, por qué no decirlo, de legítima satisfacción personal. Trabajé a las órdenes de magníficos directores, entre ellos Rafael Ramos Losada, Francisco Ruiz de Elvira y Eduardo Sotillos, tuve a mi disposición un competente equipo de expertos en los distintos géneros radiofónicos y conté con la ayuda de un grupo de técnicos de primera categoría. Creo que hicimos un buen trabajo en circunstancias muy especiales. Vivíamos años apasionantes, decisivos en la historia reciente de España: la muerte de Franco, la proclamación de don Juan Carlos como Rey, las primeras elecciones generales, la aprobación de la Constitución española, el golpe de Estado del 23 de febrero y, como telón de fondo, la terrible tragedia de los asesinatos de ETA. Sí, creo que hicimos un buen trabajo. Como escribió alguien, "Radio Nacional de España supo estar a la altura de las circunstancias, cosechando unos resultados de audiencia y credibilidad no alcanzados hasta entonces". En 1981 ocupé la dirección de RNE sustituyendo a Eduardo Sotillos y luego, sucesivamente, la dirección del Servicio de Programas Internacionales, la coordinación de Emisoras Territoriales, y la representación de RNE ante la Unión Europea de Radiodifusión".

>> "En 1990 acepté la dirección general de la Compañía de Radio y Televisión de Galicia con la ilusión de aportar mi experiencia a la gestión del medio público gallego. Aún hoy, veinticinco años después, dudo si fue una buena decisión. Cuando llegué a Santiago la CRTVG cumplía sus primeros cinco años y parecía a medio hacer. Me encontré con una estructura profesional descompensada en la que los trabajadores contratados temporalmente superaban en número a la plantilla, y con una financiación pública tan insuficiente que ya había provocado un importante déficit de explotación. Además, la Televisión de Galicia estaba permanentemente en el centro del debate político, era objeto de duras y constantes críticas por parte de los periódicos gallegos y merecía muy escaso aprecio de la audiencia urbana y de los sectores "ilustrados" de la sociedad que la habían bautizado como la tele-gaita. Para colmo, aquel mismo año 1990 empezaron a emitir Antena 3 y Tele 5, con lo que se perdieron espectadores. En aquel ambiente no era fácil trabajar. Menos mal que tuve a mi lado a un buen grupo de colaboradores y que todos -incluyendo a los trabajadores de la Compañía, de la Radio y de la Televisión-, arrimaron el hombro para ir cambiando las cosas poco a poco. En lo que a mí se refiere, y está mal que lo diga, nunca en mi vida dediqué tantas horas al trabajo como en aquel despacho de la CRTVG y nunca me sentí tan insatisfecho como entonces por el resultado de nuestros esfuerzos. Eso sí, quiero dejar constancia de mi gratitud y mi afecto personal a quienes compartieron conmigo los afanes de aquellos cuatro años. Con muchos de ellos sigo manteniendo una sincera relación de amistad".

>> "Cuando acabé mi contrato cumplidos los cuatro años regresé a Radiotelevisión Española, primero como representante del ente público y director general de la sociedad COTELSAT, de la que también eran socios Antena 3, Tele 5 y Canal Plus, una empresa dedicada a la comercialización de un paquete de canales de TV vía satélite; luego, ya en Televisión Española, me incorporé al departamento de producción de canales temáticos que dirigía un veterano y gran profesional de la casa, Juan Manuel Martín de Blas. Por último, en noviembre de 1998 el director general de RTVE Pío Cabanillas me nombró jefe de su Gabinete. En junio del año 2000 me jubilé".

>> "Ya jubilado estuve dando clases como profesor emérito en la Facultad de Comunicación de la Universidad Francisco de Vitoria en Madrid hasta el curso 2012-2013, cuando comprendí que ya era hora de devolverle a los míos, a Mayte y a mis cuatro hijos, algunas de las muchas horas que mi trabajo les había robado. Hacía años que Mayte quería regresar a Vigo donde ya vivían dos de mis hijos, Teresa y Álvaro Villot, de modo que en julio del año pasado hicimos las maletas y aquí estamos. Luego llegó Ramón, el mayor, que ejerce la carrera que yo abandoné, y todos echamos de menos a Ángel y a su mujer Cristina que continúan en Madrid. Me reconozco un gallego de la diáspora, uno más. Pasé lejos de mi tierra más de la mitad de mi vida pero nunca perdí el contacto con Vigo, con mi familia, con mis amigos, y por eso el regreso ha sido tan fácil que, a fuer de sincero, tengo la sensación de no haberme ido nunca".

"Matamos en vida a Pío XII"

  • "Allá por octubre de 1959, estando muy enfermo el Papa Pío XII, una tarde llegó a la Redacción de La Voz de Vigo Santiago Vilas para hacer el informativo de la noche. Vilas llegaba con la nueva de que el Papa se acababa de morir, que se había enterado de ello en FARO, donde también trabajaba. El redactor jefe de La Voz de Vigo, Castillo, me dijo que pasara inmediatamente al locutorio e improvisara la noticia sobre el fallecimiento, cosa que hice como pude porque no teníamos datos todavía. A continuación pusimos solo música clásica como el Requiem de Mozart varias horas en señal de luto, lo que hizo sovar varias campanas del Vigo eclesial, pero a las 10 de la noche oímos a un corresponsal en Roma -entonces no había tele- que las luces del despacho del Papa estaban encendidas, lo que significaba que estaba vivo, le habíamos matado nosotros informativamente. Fue tal mi vergüenza que, a partir de aquel día y en mi larga carrera radiofónica, jamás di una noticia por anticiparme a los demás sin contrastarla, como cuando mataron a Kennedy y me negué a dar la noticia hasta que lo confirmó Radio Nacional".

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