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La Santa Tradición (redux)

Estamos pagando muy cara la perversa omisión de una condena explícita al franquismo

La Santa Tradición (redux)

La palabra "democracia" sirve lo mismo para un roto que para un descosido: es la panacea universal, el ingrediente secreto de la cocacola, la contraseña de acceso a la web del Pentágono, la escritura del dios de Borges€Resumiendo: la palabra "democracia" es la repanocha. El concepto en sí (el gobierno del pueblo) es muy loable, y su aplicación práctica a la vida de las sociedades humanas es el gran objetivo de todo bípedo de bien. En España, tanto la palabra como el concepto llenarían trillones de gigabytes de información digital. Incluso Franco -o sus teóricos- llamó a lo suyo "democracia orgánica", no sabemos si con la intención anticipativa de señalar el contenedor correcto a la hora de tirarla a la basura.

Ahora, sin embargo, vemos cómo la democracia emanada de la Constitución del 78 está plagada de despropósitos y despropositores (sic) de todo pelaje. Y sí, es cierto que el país se democratizó: a la histórica ambición desmedida de unos pocos clanes e instituciones, bien dotados para la rapiña, se añadió la de ciudadanos sine nobilitate que, a hombros de la ley d´Hondt, aprovecharon los modos y maneras de sus excelentísimos y antidemocráticos predecesores. Las urnas, ¡ay!, han legitimado la descomposición, el despilfarro y el jolgorio. Así es la "democracia inorgánica". Al menos algo valioso hemos heredado de su antepasado sin prefijo: ya sabemos qué contenedor es el que le corresponde.

Todo esto podría parecer pelín sospechoso de equiparación del antiguo con el (ya no tan) nuevo régimen, acaso una defensa del "todos son iguales", del "la política es una mierda" o del escapismo más pasota. Miremos las cosas de otro modo si tal. Estamos pagando muy cara la perversa omisión, por parte de nuestros rimbombantes organismos democráticos y nuestro sobrenatural texto constitucional, de una condena explícita del franquismo. Ya no sólo por memoria histórica y reparación a las víctimas, o por revanchismo, pataleta y mal perder (que también, ¡qué demonios!), sino fundamentalmente por lo que esa condena hubiera supuesto de higienización de la moral pública española. Nos hemos quedado con todos los ingredientes de la fabulosa síntesis de Franco: la monarquía, la religión, el ejército, la unidad de destino en lo universal€ Y bueno, vale, qué le vamos a hacer: con tal de vivir en paz, lo que sea. Pero nadie nos dijo que el bosón de Higgs cohesionador del batiburrillo, la Santa Tradición, no era ni la Virgen del Pilar, ni los Reyes Católicos, ni las corridas de toros. Nuestra Tradición -y esto es fácilmente comprobable echando un vistazo a nuestra Historia- es la inmundicia, la desfachatez, la mentira, la ignorancia, la horterada, el robo y la estupidez. Si no condenamos las tropelías pasadas, ni barremos la casa en condiciones, nos condenamos a nosotros mismos a vivir eternamente en este bucle infernal, en esta cloaca.

@JulianSiniestro

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