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Unas espinas productivas

La gran revolución del tojo gallego

Usado durante siglos como 'cama' para los animales y posterior abono; el arbusto espinoso encara el siglo XXI reconvertido en antiinflamatorio, licor y postre

La flor del tojo (toxo, en gallego) era para el escritor Manuel María -según recogía su obra Berenguela- la sonrisa de la primavera. Durante siglos, sus flores de amarillo intenso o ramas de espinas fueron utilizadas por algunos antepasados como cataplasmas para tratamientos medicinales pero, fundamentalmente, las plantas más jóvenes conformaban 'el colchón' sobre el que dormían los animales domésticos y que, mezclado con los excrementos, acababa formando un abono (estrume) que fertilizaba la huerta casera. Ahora, con sus raíces en el siglo XXI, esta planta protagoniza la germinación de su propia revolución convertida en ingrediente indispensable para un nuevo postre con copyright, gel antiinflamatorio, varios licores alcohólicos o bolsas de fertilizante.

"El tojo ha dado mucho y aún le queda mucho por dar", comentaba ayer a este periódico el empresario Ramón Lourido, de la firma Abonos Lourido (abonoslourido.com), de Crecente (Pontevedra), que ha llegado a vender su abono y productos del campo con tojo en Andalucía o Portugal, además de Galicia.

Aprovechando también el arbusto,se encuentra Postres Caseros Casa Xacobe, en Sigüeiro (A Coruña). En su caso, María José Calviño y Jesús Lareo emplean el tojo, de forma pionera, para un fin culinario. "Si Cataluña tiene su crema catalana, ¿por qué Galicia no iba a tener su crema gallega? Por eso, decidimos crearla y, además, elaborarla con flor de tojo como ingrediente principal unida a leche de pastoreo" de la ganadería Conde da Xesteira, explica Calviño.

"¿Cómo se puede sacar de la flor de tojo un postre? Sabiendo fusionar los ingredientes. Si pruebas sola la flor es amarga pero, durante un año, hicimos pruebas para convertirla en una maravilla", añade Lareo. Diferentes restaurantes de Galicia, Barcelona, Alicante, Madrid y de las Islas Baleares venden la crema artesana que carece de colorantes o conservantes. Ahora, negocian "con una gran superficie para llegar a las tiendas. Con nuestras materias primas se pueden hacer cosas espectaculares", concluyen.

La misma idea la comparte Arantxa Garrido que ha empleado el tojo, entre otros ingredientes, para sacar adelante el Toxogel, un producto natural antiinflamatorio que nació "por una necesidad". "Mi pareja -recuerda esta gallega que vive entre Compostela y Canarias- tuvo un accidente que le afectó mucho. Hablando con la gente de nuestra zona, Corcubión, nos comentaron que hacían antiguamente cataplasmas con el tojo para cicatrizar, para el dolor... Investigamos, hablamos con laboratorios y así surgió. A mi pareja, para los dolores y la inflamación, le viene de maravilla. Por eso, toma menos medicación que antes". Garrido explica que, "al principio, la gente era reacia al Toxogel,pero, hoy, tiene una aceptación muy buena". De hecho, se puede adquirir en unos 170 establecimientos de Galicia, Canarias y País Vasco.

El uso del tojo (con ramita incluida) para licores con aguardiente es otra de las aplicaciones de Meigas Fóra o Abofé. Sin embargo, Ramón Lourido lleva 20 años apostando por este arbusto pensando en la agricultura facilitando tojo "para la cama del ganado" disponiéndolo con un grosor de 20 a 50 centímetros, lo que permite "que las orinas queden en el fondo y el animal permanezca seco.

"Esto fermenta y produce un calor que puede ofrecer una diferencia térmica de 15 grados en una nave (con 200 terneros, por ejemplo) respecto a afuera", señala.

Además, ofrece compostaje de tojo con estiércol de animales para cepas de vides, huerta y jardín; así como sustrato para enmacetado de plantas. Para él, esta planta tiene "futuro; si no, no llevaría yo 20 años en el negocio".

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