Mercè Brey facilitó ayer en CLUB FARO también una especie de decálogo para fijarse un objetivo e ir a por él. Entre los diez pasos que habría que dar, destacó tres. Primero, tendríamos que preguntarnos cuál es mi motivación real; segundo, habría que tener en cuenta que alcanzar ese fin depende realmente de mí; y tercero: debe ser coherente conmigo.

Brey explicó que la persona que se plantee llegar a un objetivo tendría que sopesar qué gana realmente si completa ese reto. Como recomendación, apuntó que la mente no entiende el no, por lo que debemos formular nuestros deseos vitales siempre en clave afirmativa, nunca negativa. Por ejemplo, si necesitamos adelgazar, deberíamos decirnos a nosotros mismos: "quiero estar delgada", en lugar de señalar "no quiero estar gorda".

En cuanto a cuestiones trascendentales del ser, como por ejemplo, el anhelo de ser feliz, recomendó ante todo, delimitar qué es ser feliz para nosotros. "Hay que definir y concretar el objetivo, hay que contextualizarlo. Además, tiene que depender mayoritariamente de mí porque es mi energía la que coloco. Por ejemplo, desear que haya paz en la tierra es un reto maravilloso, pero ¿depende de mí? No, pero puedo conseguir que haya armonía y tolerancia en mi círculo", apuntó esta docente y experta empresarial.

Brey aprovechó para plantearnos objetivos que sean coherentes con nuestra forma de ser y deseos reales. En este caso, recalcó que "hay que ser coherente con uno porque todo objetivo tiene renuncias. Debes tener una conversación sincera contigo y ver si aceptarías esas renuncias. Si quieres tener un hijo pero lo que más te gusta es irte de fiesta, de vacaciones, debes pensar si estás dispuesta a renunciar a tu libertad".