La actividad de la organización que el detenido ayer, el vigués Feliciano Miguel Rosendo da Silva, dirigía cuando operaba desde una casa en Oia ya estaba siendo investigada también por el Obispado de Tui-Vigo. Aunque se dio a conocer el pasado octubre, el primer paso para apartarla definitivamente de la Iglesia Católica lo dio en marzo el máximo responsable de la diócesis olívica, Luis Quinteiro, al decretar la destitución del líder de la orden por "supuestas irregularidades morales". Desde entonces, el obispo está a la espera de un informe para decidir si la suprime o no.

Para sortear este contratiempo, Miguel Rosendo trasladó el grueso de sus operaciones pseudorreligiosas a Madrid ya con otro nombre: La Voz del Siervam. Tal vez pensaría que en la capital pasaría más desapercibido que ejerciendo desde la "mansión" de Oia, dotada de piscina y spa, y en cuyo garaje solía lucir su amplia flota automovilística, formada por cinco vehículos y una caravana. Pero se equivocó de lleno.

En esta ocasión, los supuestos contactos que mantenía con cargos eclesiásticos, y que en todos estos años parecieron valerle para ampliar su abanico de adeptos al tiempo que su patrimonio personal, parecen que no han surtido ningún efecto. A los pocos meses de llegar a la capital, la Archidiócesis de Madrid emitió un comunicado advirtiendo de que La Voz del Siervam "no está reconocida por la Iglesia Católica" y que le prohíbe "actuar en su seno".