Si las casi 5.000 páginas ilustradas de la Biblia de San Luis hablaran relatarían una historia apasionante como libro de texto para un rey, como regalo de devoción de una reina madre a su hijo y como testigo de viajes, secretos palaciegos y saqueos. No hay que olvidar que ocho páginas de este apreciado códice se encuentran en Nueva York, en The Morgan Library & Museum, cuando el resto del códice se encuentra en la Catedral de Toledo.

El libro lleva el nombre de la persona para la que fue encargado: Luis IX, convertido en rey de Francia a la edad de doce años inmediatamente del fallecimiento de su padre, Luis VIII. Este había contraído nupcias años antes con una infanta española, Blanca de Castilla (1188-1252), hija del rey Alfonso VIII, quien fue elegida por su abuela para casarse con quien sería Luis IX.

El casamiento fue un acuerdo de los embajadores de ambos países después de diferentes negociaciones, si bien, cuenta la historia fue la abuela de la futura reina consorte de Francia la que optó por Blanca en lugar de otra de sus hermanas al considerar que encajaría mejor en la corte gala. Así fue como con doce años, Blanca de Castilla emprendió viaje con su abuela a Francia.

El fervor religioso que profesaba lo heredó su hijo que acabó siendo canonizado al ser el último rey europeo que emprendió cruzadas.