Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los juegos del corredor del laberinto divergente

Segunda entrega de la saga, insulsa y tosca

Un fotografía de "El corredor del laberinto: las pruebas".

Lo de las sagas en el cine empieza a ser una maldición. Bueno, para unos. Para otros, los devotos, una gozada. Pero argumentaré a favor de los primeros. La primera entrega suele ser una larguísima introducción de los personajes, y como no hay prisa porque quedan muchas horas por delante el guión se alarga y se alarga y dura y dura olvidándose de eso tan maravilloso que es la síntesis. La precisión. El ritmo. Solo al final, cuando se dan cuenta de que hay que mantener enganchada a la gente para una segunda parte, aceleran a trompicones la trama y cuando más interesante se pone el asunto, zas, cortan y te dejan con un palmo de narices.

Y pasan los meses y llega el segundo episodio y como no hayas visto el primero te puedes dar por liquidado porque no te vas a enterar de la misa a la media. Ni papa. Perdido como un pulpo miope en un garaje sin luz. Lo mismo, se siguen estirando las situaciones, se mete algo de acción de vez en cuando para despertar del sopor a la gente y cuando ya se acerca el final, brrrrrooooom, acelerón al canto para gastarse lo que queda de presupuesto antes de terminar de forma seca la historia y poner los dientes largos al devoto seguidor. Y entonces llega la tercera parte, que normalmente suele ser la más divertida de todas (si has visto las anteriores, claro, de lo contrario el pulpo seguirá en activo). Hago este largo preámbulo (aunque prometo que no haré trilogía) porque en una película como "El corredor del laberinto: las pruebas "poco hay que rascar. El reparto juvenil no da grima como en otros casos pero de carisma anda escaso, ver al Meñique de "Juego de tronos" de malo en el futuro tiene su gracia (este hombre corre el riesgo de encasillarse en canallas de sonrisa maliciosa, y es una pena porque tiene talento) y como no se pierde el tiempo intentando dar un mínimo de entidad a los personajes y se acumulan secuencias de acción a brochazos, el aburrimiento no acaba por instalarse del todo, aunque haya tramos en los que apetece llamar a la madre del montador y suplicarle que reconduzca a su hijo y le haga cortar metraje insulso e inútil que no conduce a nada.

A ver qué más se puede decir. Pues que esta segunda parte se distancia en varios puntos de la novela, que el refrito postapocalíptico -ya sabes, Mad Max-The walking dead-etcétera- sabe a refrito recalentado, que la música sigue como un perrito los acordes de Hans Zimmer y que la mejor escena de tensión (cristal agrietándose, atención a la pista) es una copia descarada de una parecida (y mucho mejor), de Spielberg en el segundo Parque Jurásico. En fin: Divergente, Los juegos del hambre y El corredor del laberinto.

Compartir el artículo

stats