La vuelta al mundo de la expedición de oceanografía "Malaspina" supuso una radiografía del alcance de la contaminación y el cambio climático sin precedentes, cuya investigación dará que hablar durante décadas. Cuatro años después y con 2.000 muestras de microorganismos (ADN) recogidas en el Atlántico, el Índico y el Pacífico de hasta 4.000 metros de profundidad y con más de 18 países implicados en el proyecto liderado por España, los científicos toman la palabra.

Las primeras conclusiones ya están sobre la mesa: la contaminación llega hasta las zonas más remotas del océano; existen cinco grandes acumulaciones de residuos plásticos en el océano abierto -pero han desmentido el mito de la "isla de plástico"- hay entre un 10 y un 30% de peces más peces de los que se pensaba y se ha comenzado a secuenciar el genoma del océano profundo global.

En los océanos no hay tanto plástico como se creía y en ellos viven diez veces más peces de los que se calculaba, además de miles de virus y bacterias con composiciones genéticas desconocidas hasta ahora, según comprobaron los científicos de la expedición española Malaspina.

El coordinador del proyecto y biólogo, Carlos Duarte, presentó en Barcelona los resultados de la mayor investigación mundial sobre el estado global de los océanos y sobre su biodiversidad en el siglo XXI, en un congreso con más de 80 expertos y ponencias.

Los científicos, que navegaron durante siete meses en una singladura de más de 35.000 millas náuticas a bordo de dos buques, comprobaron que los contaminantes químicos se hallan extendidos por todos los rincones del océano.

Pese a ello, los investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) desmintieron que exista el mito de "una isla de plástico" en medio del océano y ahora investigan por qué hay menos plástico del que esperaban encontrar.

Una de las hipótesis que estudian es que alguna de las bacterias encontradas lo puedan destruir o que sea consumido por algunos de los peces que viven en las profundidades y que hallaron en cantidades que no se creían hasta ahora.

Sí comprobó que hay cinco grandes acumulaciones de residuos plásticos en los denominados "desiertos marinos", donde no hay corrientes marinas.

Duarte explicó que la expedición ha guardado miles de muestras con microorganismos y su ADN recogidas a 4.000 metros de profundidad en el Atlántico, el Pacífico y el Índico, duplicadas y selladas para que se abran dentro de 20 años, cuando se espera contar con nuevos métodos analíticos avanzados para esculcar aún más ese tesoro científico. Las muestras de materia orgánica profunda del océano se encuentran en el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo (IIM), mientras que las de zooplancton en la Universidad de Cádiz y otras muestras de plancton y fitoplancton en Barcelona.

La expedición logra una base de datos que recoge los niveles de contaminantes orgánicos en todos los océanos. Han logrado determinar cómo se distribuyen globalmente las dioxinas, compuestos químicos generados durante la combustión de residuos orgánicos por primera vez. "Las concentraciones son mayores cerca de los continentes, circunstancia que se explica por los procesos de degradación durante el transporte, ya que se depositan al océano directamente desde la atmósfera", explica Jordi Dachs, investigador en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua. Son "evidencias de que el cambio climático es real" y "una realidad con la que hay que vivir", aseguró uno de los investigadores, Eugenio Fraile.