La fiebre del oro de los romanos se llevó de las minas gallegas decenas de toneladas del dorado metal, que luego circularía en forma de monedas llamadas aúreos, durante los dos siglos en los que el Imperio explotó el rico patrimonio mineral del noroeste de la Península.

Los habitantes del territorio de la antigua Gallaecia pagaban como tributo su trabajo en las minas, de las que se pudieron extraer gran parte de las 190 toneladas que los expertos estiman que Roma sustrajo del Noroeste. Con la cotización actual del oro -sin valor histórico de referencia- el importe de esta cantidad de oro equivaldría hoy a algo más de 5.800 millones de euros.

Un completo mapa de minas de oro entre los siglos I y II después de Cristo, que han elaborado con rigor y mucho trabajo a lo largo de años los investigadores del equipo Estructura Social y Territorio-Arqueología del Paisaje del CSIC, comandados por el director Javier Sánchez-Palencia, salpica de puntos Galicia. Concretamente el Baixo Miño se muestra colmado de hasta 144 minas, decenas de ellas inéditas, que atestiguan el aprovechamiento aurífero.

La minería es la actividad económica de la Antigüedad que mejor ha quedado fosilizada en el paisaje, como una auténtica máquina del tiempo que nos transporta y acerca al esfuerzo de miles de habitantes locales, que cavaron en la dura roca o lavaron toneladas de tierra. Aunque eran fundamentalmente campesinos, dedicaban parte de año a trabajar en las explotaciones auríferas, como parte de sus obligaciones tributarias con Roma. Eso es lo que hace tan especiales estos restos arqueológicos.

El equipo que dirige Sánchez Palencia y entre cuyos miembros se encuentra el gallego Brais Currás lleva años indagando en los vestigios de las infraestructuras con las que este próspero Imperio desincrustó el codiciado metal dorado de los confines de la tierra.

Los habitantes de los castros antes de la romanización ya habían accedido al oro, pero solo por medio del bateo de los ríos y a escala muy reducida. Por tanto, no cabe la menor duda: La explotación sistemática y extensiva de los recursos auríferos del Noroeste de la Península empieza y termina con el imperio romano. Y ellos fueron los mejores en hacerlo hasta la fecha.

"Tras la conquista, Roma puso en marcha una prospección sistemática de los recursos de oro a escala de todo el Noroeste. Los resultados fueron tan precisos que en la actualidad los mapas metalogenéticos modernos no contienen prácticamente ningún indicio de mineralización aurífera que no fuera explotado previamente por los romanos", asegura Currás.

Pero para entender los porqués, conviene volver la vista atrás. Roma implantó la explotación sistemática de los recursos de oro a través de una completa reestructuración del territorio, que supuso la implantación de un nuevo marco administrativo y fiscal basado en la civitas.

"La minería romana en el Noroeste tiene su origen en el comienzo del s. I d.C., al poco tiempo de terminar la conquista, y se implanta al compás de la reestructuración sociopolítica de las comunidades locales dirigida por el Imperio Romano. Los trabajos se extienden hasta el final del s. II d.C , o el comienzo del s. III d.C. Tras esta fecha, desaparece del todo la minería aurífera extensiva a gran escala", contextualizan los miembros del grupo del CSIC.

La Via Nova o vía XVIII, que enlaza Bracara Augusta (Braga) con Asturica Augusta (Astorga), por sus nombres en latín y surca el territorio de la Galicia actual, es parte de esta nueva organización territorial. El recorrido de la Vía Nova, que data del siglo I, une dos ciudades que en aquel momento eran los principales núcleos romanos en el territorio. Y una gran parte de su trayecto también discurre por la provincia de Ourense. A lo largo de sus aproximadamente 300 kilómetros de longitud, la inclinación de la vía nunca supera el 8% -lo que facilita el transporte- y su anchura tiene un mínimo de cinco metros, aunque en algunos puntos puede llegar hasta los once metros. Y otra de las peculiaridades de la vía reside, precisamente, en su relación con numerosas minas de oro que se explotaban en la época. El responsable del equipo de investigación, Javier Sánchez-Palencia, explica: "Esta es una de las diferencias más significativas entre la Vía Nova y el resto de las calzadas romanas".

El mapa minero de la Hispania romana concentraba en la zona Noroeste las explotaciones mineras de oro más fructíferas, a través de dos tipos de yacimientos básicos. En primario, extraído directamente de la roca en vetas auríferas que requirieron para su explotación minas a cielo abierto, cortas, y minas de galería; y en secundario, sobre materiales fluviales donde el oro se encuentra de forma libre y donde se removieron mediante fuerza hidráulica -las llamadas arrugiae-; así como con el empleo de canales de agua, tanto para el movimientos de tierras y su excavación, como para el lavado de la arena.

El equipo del CSIC ha realizado un cálculo aproximado tras largos y extensos estudios in situ analizando los vestigios de decenas de minas romanas. Calcula que se obtuvieron de forma aproximada unas 190 toneladas de oro en época romana en todo el Noroeste de Hispania, aunque insisten en que se trata de una "cifra estrictamente estimativa, con solo un valor aproximado". Por ilustrar gráficamente, citan a la explotación archiconocida de Las Médulas, que fue la mina más grande de todo el imperio romano. Pues bien, la producción allí fue de tan solo 4,2 toneladas.

¿Por qué tal fiebre del oro? "El origen de la minería romana en el Noroeste de la Península Ibérica tiene mucho que ver con la política de Augusto", explica Brais Currás. "El emperador llevó a cabo una transformación del sistema monetario en el que el aúreo, la moneda de oro, juega un papel fundamental. Será precisamente cuando el Imperio y el sistema monetario entren en crisis cuando se produzca la decadencia y desaparición de la minería romana durante el s. III".

Y también, dentro del marco de la organización del trabajo que impone el Imperio Romano estas minas sí serían rentables aunque la producción fuese baja. La razón no es otra que la siguiente: " Las minas de oro romanas aquí no fueron trabajadas por esclavos, sino por la población local que pagaba su tributo a Roma en forma de trabajo en las minas. Sólo así se puede entender el despliegue de grandes infraestructuras hidráulicas y la apertura de grandes labores, cuya rentabilidad desde el presente sería considerada irrisoria", comentan los investigadores del CSIC.

Más cerca, ya dentro de nuestras fronteras autonómicas, han estudiado pormenorizadamente el yacimiento de Os Biocos. Esta mina excavada en roca en los límites del Concello de San Xoán de Río en Ourense se diferencia de otras grandes minas de oro de la Península, como la citada de Las Médulas, que explotan yacimientos secundarios procedentes de la erosión y en los que el oro se encuentra ya libre.

Esta explotación es un yacimiento primario; una mina romana de oro realizada a cielo abierto sobre roca. Forma parte de un conjunto minero aurífero más amplio que se extiende a ambos lados del alto de A Moa, entre los municipios de Ribas de Sil y San Xoán de Río, en el que se documentan muchas otras labores romanas. Esta mina es una de las explotaciones auríferas más grandes realizadas directamente sobre roca de Galicia, y la reciente intervención patrimonial ha facilitado la accesibilidad a las labores y la posibilidad de entender el proceso de explotación del oro en la antigüedad de un modo muy gráfico. "Sabemos que los trabajos se llevaron a cabo mediante cortas de minado, técnica mediante la cual se va extrayendo la roca por medios mecánicos, socavándola y abatiéndola con la ayuda de mazos, cuñas y picos. También es posible que empleasen de forma alterna fuego y agua para someter la roca a cambios bruscos de temperatura y favorecer así su ruptura", explica el investigador del CSIC Javier Sánchez-Palencia y director del equipo. Ejemplifica los procesos de transformación histórica que tienen lugar después de la conquista del noroeste por parte del emperador Augusto.

El análisis de la explotación ha permitido calcular la cantidad de roca extraída: entre 1,2 millones y 1,9 millones de metros cúbicos de roca. En cuanto a la cantidad de oro obtenida en esta mina orensana, aunque no existen datos que permitan dar una cifra concreta, según los arqueólogos del CSIC, se pueden establecer estimaciones. "Si tenemos en cuenta los valores medios de los yacimientos auríferos en contexto primario, es decir, en roca, podemos decir que en la explotación romana de Os Biocos se extrajeron entre 774 y 1.161 kilos de oro", añade Sánchez-Palencia.

La puesta en valor de esta explotación, dentro de un proyecto para recuperar patrimonio de la Vía Nova, fue el resultado un encargo al CSIC por parte del Ministerio de Cultura, a través del IPCE y se trazó un itinerario para visitar la explotación.

Además, este grupo de investigación ha trabajado en Las Médulas, declarada Patrimonio de la Humanidad -en la dotación de una completa infraestructura que facilita el acceso y la comprensión de la mina y la estructura del poblamiento- y trabajos en otras zonas como El Cabaco (Salamanca), Pino del Oro (Zamora) o en la Bessa (Norte de Italia).

Arbo, el "filón" del Baixo Miño

Hasta 144 yacimientos del Baixo Miño, muchos de ellos inéditos, han sido objeto de estudio y centro de la tesis doctoral de Brais Currás, un joven arqueólogo de Moaña que conoce palmo a palmo estas explotaciones romanas y en ellas ha centrado su investigación junto con Luis F. López -de la firma Terraarqueos-. Esta nueva investigación cifra en unos 610 kilos los extraídos de A Lagoa, en Arbo, la explotación romana de oro más grande del Baixo Miño. Los romanos, que allí dejaron muestra de su paso también en la gastronomía -fueron pioneros en comer lamprea- tuvieron una impronta importante. Tal es así que hubo poblados dentro de las mismas explotaciones mineras.

"En época romana, el valle del Baixo Miño experimenta una intensa transformación. En relación a las explotaciones mineras surge un nuevo tipo de asentamientos: aparentemente parecen castros, pero nada tienen que ver con los poblados de la Edad del Hierro prerromanos", asegura Currás Refojos.

"De especial relevancia e interés patrimonial en el lado de Galicia podría ser la mina de A Lagoa en Arbo, que es la más grande de todo el Baixo Miño", señalan. De allí se extrajeron de forma estimativa 610 kg de oro, tras remover un total de 2.000.000 de m3 de tierra. Esta explotación, que actualmente está dañada por el polígono industrial de la localidad, acogió un contexto geológico de depósito secundario; es decir, una explotación similar a la de Las Médulas.

En su tesis, el experto señala también la de Os Buracos dos Mouros en el alto de Pinzás, Tomiño. En este caso, se trató de una mina en contexto primario, es decir, explotada directamente sobre la roca. Además de varias zonas de interés localizadas en un área de influencia entre Pontevedra y Portugal, como una gran mina al pie de la fortaleza de Valença, se puede mencionar el Monte Furado (Paredes de Coura), y las labores de Cortes y Messegães (Monção).

"En el Baixo Miño hemos documentado seis de estos asentamientos relacionados con la minería y otros dos que consideramos como probables. Entre ellos cabe mencionar el Castro de A Graña, que se sitúa en As Neves, junto al paso del río Miño. Se encuentra muy alterado por los desmontes realizados para la plantación de viñedos, así como por el paso de la vía del tren", sostienen. "Sin embargo conserva su estructura básica y además fue objeto de una excavación que reveló que ya estaba ocupado durante el s. I d.C, lo que marca el inicio de las labores mineras", explican en la publicación "Minería romana y poblamiento en la Cuenca del Baixo Miño (Noroeste Peninsular)".

También, llaman la atención sobre el grado de conservación de "la inmensa mayoría de las explotaciones auríferas romanas de la Cuenca del Baixo Miño": "Se encuentran en un estado de conservación deplorable, y en el mejor de los casos, bajo condiciones de seria amenaza. Las canteras de extracción de áridos, las viñas, la presión urbanística, los trabajos agrícolas, carreteras, polígonos industriales,€ son los principales factores de agresión a los que se enfrentan las minas".

Y su propuesta para habilitar mecanismos de protección, no es otra que revitalizar turísticamente y culturalmente la zona. "El Baixo Miño cuenta con un interesantísimo patrimonio minero en el que todavía no se ha llevado a cabo ninguna intervención firme para su puesta en valor. Tanto en el lado de Galicia como en el de Portugal hay labores mineras de gran interés en las que sería sumamente interesante desarrollar algún tipo de proyecto transfronterizo que pusiera en valor su relevancia histórica. Algunos de los sitios de mayor interés por su estado de conservación y relevancia patrimonial son las minas de Os Buracos dos Mouros o la de A Lagoa", señalan.

Como muestra, un botón: "Hasta la fecha, en Galicia el catálogo de la DXPC cuenta con poco más de una docena de minas catalogadas en el conjunto del Baixo Miño, varias de ellas erróneamente recogidas como castros o fortalezas de época Moderna".