Valerie Trierweiler es tres veces más barata que Carla Bruni. O Carla Bruni resultaba el triple de cara que Valerie Trierweiler. Eso según se quiera leer en un sentido o en otro. Hablamos de gasto para las arcas públicas de la République, claro, que somos, bueno son, todos los franceses. Menos Gérard Depardieu, que se marchó para no pagar impuestos y ahora tributa en la Rusia de Putin. La compañera de François Hollande, y lo digo así porque la periodista no quiere ni casarse con su pareja ser ni primera dama y muy bien que me parece, tiene a cinco personas trabajando para ella: 19.742 euros al mes. La exprimera dama francesa, y digo bien porque la exmodelo sí quería serlo y sí se casó con Sarkozy, necesitaba ocho y un equipo externo para el mantenimiento de su web personal: en total, 60.000 mensuales. Estas cifras se las dieron en el Parlamento a un diputado que las pidió. Aun así, la Bruni caía mejor que Trierweiler al pueblo vecino, ya ven. Más barata, pero más antipática, deben pensar. Point de vue concluyó más o menos lo mismo con las princesas en edad de merecer -de merecer el trono, quiero decir-. Y miren: Letizia era la más low cost de todas y Máxima tiraba a derrochona y ahí la tienen, reina en simpatía de los holandeses.

A calzón quitado confiesa Julián (Muñoz, vamos, Cachuli) que dictó -que no escribió- sus memorias. Lo cual es ya todo un indicador de lo que puede una encontrarse. Pues eso, que blanquear no blanqueaba nadie pero lo otro lo hacían mucho y bien la tonadillera y el exalcalde, en los casoplones que se compraron según el juez con unos dineros poco claros y en los camerinos, donde fuese. En un libro cuyos capítulos llevan títulos de canciones de la folclórica, cuenta Julián que Pantoja no es de derechas ni de izquierdas, es Pantoja. Pantojismo profundo. Y?eso lo dice él, que fue alcalde por la gracia del GIL, el partido a la imagen y semejanza de Jesús Gil. Eso sí, lo que se venda irá a a las arcas públicas, en señal de descargo. Y mientras el pobre reo, aun bestseller y todo, entre rejas.

Gina Lollobrigida me parece un poco menos Lollo ahora que se ha desprendido de sus joyas y de su marido español. Vale que las alhajas eran mucho más auténticas que el esposo. Por eso las primeras se han vendido por 3,3 millones y el segundo ha quedado en agua de borrajas. La diva y Javier Rigau, esa extraña pareja, se casaron por poderes y, según ella, sin su consentimiento. Por lo que cuentan, el matrimonio ha sido anulado. No hay mal que por bien no venga. Si la actriz ha vendido sus joyas ha sido para que se investigue con células madre. Y si lo ha hecho ha sido gracias a nuestro galán. Como lo oyen. "Yo ahora ayudo a otros porque así puedo olvidar todo el mal que me han hecho", dijo. "Y usted ya sabe de quién estoy hablando".

Hay que ver lo que está dando de sí el joyero de la reina Victoria Eugenia. Cuentan los mentideros históricos que Alfonso XIII, como buen Borbón a decir de los expertos en genética, era muy dado a echar las reales canas al aire y cada vez que lo hacía encargaba una joya para su señora. Así acumuló la mujer una fortuna que le haría más llevaderas las escapadas del monarca. Pero con las herencias ya se sabe lo que pasa. Y en los tiempos que corren, más. Los royal, eso sí, en lugar de acudir al Monte de Piedad o a los todo a cien de compraventa de oro, tienen Christie's que da más en fino. El último ha sido un primo del rey, tío de Alessandro Lecquio.Ya lo dijo la infanta Pilar cuando se subastó un primer brazalete por una pasta, "mío no era, ¡ojalá!".

Estos del Bild alemán no se enteran. Primero coronaron, sin duda por desconocimiento de la historia de España, a una tal Corinna y ahora dicen que Charlene anda en amoríos con un fornido jugador de rugby. No leen lo que tienen que leer, los comunicados oficiales, los ecos de sociedad o las revistas promonárquicas. Si lo hicieran, sabrían que la exnadadora está superenamorada de su marido porque es el hombre de su vida, que jamás de los jamases pensó en salir corriendo, que las lágrimas que derramó el día de su boda eran de felicidad y que si no acompañó a su Alberto a Holanda fue porque le llamaban sus obligaciones filantrópicas. Sabrían también que están ambos, Alberto y Charlene, deseando tener un heredero. Que si aún no ha cumplido con su obligación dinástica (o contractual, a decir de algunos) como sí lo han hecho Máxima, Catalina, etc -todas menos Masako que tuvo una hija y en Japón no vale; Letizia tampoco ha dado varones a la corona, pero se modifica la Constitución y ya- ha sido por la necesidad de un tiempo de adaptación. Mejor será. Porque si no, el siguiente coronado sería el hijo tarambana de Carolina, Andrea. Es el sino del principado. Si Rainiero levantara la cabeza.

Son cosas del destino que los indignados llenaran las plazas de España un día de San Isidro, como que al rey lo operaran de la cadera, tras caerse en Bostsuana, un día de la República. Pero ambas efemérides irán por siempre ya unidas. La infanta Elena acudió al ferial chulapo, no a los recordatorios del movimiento 15M, con Froilán. Y como la cabra tira al monte, con todos los reales respetos al infante y a las cabras, al niño le atrajeron como a la mosca la miel las casetas de tiro. Y allá que se fue Felipe Juan Froilán Borbón Marichalar a probar puntería mientras su madre compraba rosquillas. Por supuesto que lo que quería era ganar una Play o la muñeca chochona para su hermanita, pero claro, fue verlo empuñar un arma -aun de feria- y acordarse todos los reporteros de inmediato del disparo que se pegó con una escopeta durante unas vacaciones con el padre. Porque San Froilán, patrón de Lugo y León, se tragó unas brasas y no se quemó. El hijo de los duques no tuvo tanta suerte y se agujereó un pie. Se ve que una cosa son los cielos y otra los tronos.