Los arqueólogos Xosé-Lois Armada, gallego, y Tom Moore, británico, han trabajado durante los últimos 5 años con otros 50 expertos internacionales en el mundo del patrimonio en una ambiciosa monografía, titulada en inglés "Atlantic Europe in the First Millennium BC: Crossing the divide", que ayudará en los años venideros a estudiantes universitarios y comunidad científica europea a comprender mejor cómo éramos los gallegos y otros habitantes del occidente costero continental e insular en el primer milenio antes de Cristo. Una vasta monografía científica para saber mejor qué características sociales nos unían a nuestros vecinos de Portugal, Francia, Países Bajos, Reino Unido e Irlanda en aquella época.

–¿Cómo eran los europeos que vivían a este lado del Atlántico en el siglo I antes de Cristo?

–No todos eran iguales. Vivían en comunidades pobladas de diferentes tamaños, que iban desde las que tenían 50 o 60 habitantes a las que contaban con centenares. Su economía era muy diversificada y, en la franja costera que nos atañe, sin duda no pasaban hambre. Vivían de la pesca, el marisqueo, pero también sabían explotar sus recursos ganaderos, agrícolas y mineros.

–¿Éramos beligerantes?

–Eran guerreros, sí. Practicábamos entere castros el pillaje, los robos de ganado... Les gustaba participar en combates individuales que les permitían ganar más prestigio social. En pueblos del occidente europeo se sabe que, en reuniones sociales, los trozos de carne más grandes siempre se los llevaba el mejor guerrero

–¿Y cómo éramos en lo que a materia religiosa se refiere antes de la dominación romana?

–Éramos politeístas y sacrificábamos animales en ciertos ritos.

–¿Y qué hacíamos con nuestros muertos, aquí en Galicia?

–En toda la Europa Atlántica la información es muy débil en lo que a registros funerarios se refiere. No sabemos qué hacíamos con nuestros cadáveres, a diferencia de lo que ocurría en la Meseta, en otros pueblos de la Península Ibérica o en Centroeuropa, donde existen necrópolis.

–Alguna teoría tendrán al respecto, ¿no seríamos antropófagos?

–(Risas) No, yo creo que no. Pero se entra en el terreno de las hipótesis. De un lado, tenemos que el suelo de Galicia es muy ácido, lo que no ayuda, desde luego, a la conservación de los restos; y, de otro, existe la creencia de que a nuestros muertos se le daba algún tipo de tratamiento con aguas.

–Algo que terminó con la llegada del mundo romano...

–Sí. Desde luego, la llegada de los romanos lo transformó todo. Marcó el abandono de los castros, la aparición de las ciudades... Ya solo la llegada de una lengua distinta fue fundamental.