“Si no hubiera ganado el premio, este libro ni remotamente lo podría haber editado. Imagínate dejar neuronas y vida en una historia que cuando tienes terminada te das cuenta de que no tienes nada porque no se publica. El premio significa que cinco años de trabajo se pierdan o vean la luz”. La reflexión la realiza el escritor gallego-cubano Manuel Sánchez Dalama, ganador del XIV Premio de Novela Ciudad de Badajoz con La mancha negra. Ayer estuvo ayer firmando ejemplares del mismo en la Feria del Libro de Vigo y a finales de mes, presentará la obra en la Semana Negra de Gijón donde precisamente se inició la historia.

-En la última página de La mancha negra, dice que surgió en un café en Gijón.

-Es curioso. Yo había escrito Peces rojos en la lluvia y por mis propios medios se lo envié a diferentes personas. En el salón del libro iberoamericano de Gijón de 2005 me lo seleccionaron. Al concluir la presentación, hablé con Justo Vasco, organizador de la Semana Negra de Gijón. Él me animó a escribir una novela policiaca. Yo le respondí que no la quería ambientar en Cuba, no me apetecía seguir escribiendo sobre cosas que me duelen.

-Y entonces hiló “Prestige”, Man y la vida de un policía.

-Un día de invierno, que llovía, acababa de salir de una operación, y me veo investigando la historia del “Prestige”, reconstruyéndolo como si fuese una crónica con nombres ficticios. Nacieron tres historias distintas que ocurrieron paralelamente y convergieron en un punto.

-Todo vestido de alegoría.

-El “Prestige” era un barco que representaba todos los males del sistema. Era un buque obsoleto, de una empresa de Liberia, con bandera de Bahamas y armadora griega con un trasfondo opaco, propiedad de una firma responsable del “Mar Egeo”.

-Eso lo describe en el libro así como las trampas de los seguros de barcos.

-Sí, tenían un seguro que avaló que el “Prestige” podía navegar cuando realmente no podía. El buque cargaba un petróleo que estaba prohibido por su alto contenido de azufre. Ese barco era la representación del mal, de la avaricia. En el otro extremo, Man, un señor con un taparrabos, que vivía en contacto con la naturaleza. Él es la representación del bien. El mal acaba aniquilando al bien, a Man, a quien no le hicieron la autopsia.

-Es incromprensible.

-Sí, a una persona que aparece muerta hay que hacérsela. Un forense me explicó que si Man estuvo 40 días viviendo ahí, recibiendo las mareas de chapapote, la cantidad de azufre inhalada fue tal que debía tener un alto contenido de él en la sangre. La pena puede bajarte las defensas, pero no te envenena.

-¿Se hará justicia en el juicio del “Prestige”?

-Los verdaderos culpables escaparon. El armador no aparece; jamás se llegará a la empresa propietaria. El sistema que hizo que ocurriese la desgracia, continúa funcionando. Para mí, el juicio por el “Prestige” va a ser una farsa entendida como algo que no va a resultar. Tampoco se ha hecho justicia con Man.

-Explique esto último.

-Man deja un testamento donde lega 120.000 euros para que el Estado Español se haga cargo de mantener su museo. Nadie hizo nada. Se recogieron 2.400 firmas pidiendo a la Xunta que el dinero dejado por Man se utilizase para su museo. Desde Presidencia, dijeron que era responsabilidad de la Consellería de Cultura. ¿Qué dijo esta consellería? Nada, a pesar de pedirle información varias veces.

-De esto no habla en el libro. ¿Qué pasó con el dinero?

-Al pasar varios años, como es dinero de alguien sin herederos, ese dinero pasa a Hacienda. Tengo una carta en la cual Hacienda dice que el Ministerio de Cultura no tiene interés en el Museo del Man pero se queda con los 120.000 euros. Es entonces cuando el presidente de la Asociación de Amigos de Museos de Galicia pide a Nunca Máis que se salve el legado de Man. No tuvo respuesta. Si vas hoy a su caseta, lloras, está abandonada. Por eso, Man está en este libro. Los que lo utilizaron como bandera se olvidaron de él.

-El tercer protagonista de la novela es un policía de Madrid que llega a Galicia.

-Ese personaje se trazó la meta de salir de su aldea, llegar a Madrid y triunfar. Y lo logra.

-Bueno, realmente falla.

-Claro, lo logra a costa de una hipoteca, de un trabajo de andar con la basura humana constantemente y una relación de conveniencia con una mujer por la que siente sólo amor físico. Su vida no tiene sentido. Es un triunfador de esta sociedad cuya dinámica dice que te esfuerces para entrar en una cadena que desemboca en resentimiento, deudas y frustración cuando alcanzas lo que supuestamente quieres.

-El personaje del capitán en su libro quiere navegar por encima de todo, ¿usted desea escribir por encima de todo?

- Yo estoy agotado. Neira Vilas me decía que escribimos porque queremos trascender. Pensamos en dejar un legado. Cuando escribes quieres dejar un mensaje y que este trascienda de alguna manera. Pero en el fondo es vanidad.

-¿Qué es un escritor comprometido?

-Es aquel que está comprometido con un grupo de poder o económico. Un ejemplo políticamente incorrecto. Mario Vargas Llosa es un liberal y derechista. ¿Ha visto alguna crítica más demoledora a las dictaduras y capitalismo en el área de influencia americana que La fiesta del chivo? Probablemente, no. Gabriel García Márquez es un escritor comprometido. Su último libro, Memoria de mis putas tristes, donde narra sus relaciones con una menor de edad. El derechista pone por delante los errores de la sociedad; y el otro, habla de seducir menores. ¿Cuál es realmente el comprometido?

-Usted, ¿cuándo comenzó a escribir?

-Desde niño, a los 12 años escribí lo primero lo que pasa es que en Cuba nunca me lo iban a publicar. Yo podía escribir pero escribiendo lo que el gobierno quería, pero eso no era lo que yo sentía. ¿Cuándo empiezo a publicar? A los tres días de llegar aquí, a Vigo, donde vivo, cuando envío una carta al director a FARO DE VIGO, hablando de las gaviotas. Por primera vez, me sentía libre para escribir lo que yo quería. Nadie me iba a reprimir por eso. Yo estuve viviendo a escondidas como quien dice.