“Sólo podría pertenecer al Almirante Antequera”. Para la Armada, en ese destructor está el origen del torpedo de fabricación alemana localizado en aguas de Bueu por buceadores deportivos y que fue izado ayer a la superficie por el patrullero Tabarca para su posterior traslado a la Escuela Naval de Marín. Debido a su deteriorado estado, el artefacto -de siete metros de largo, 56 centímetros de diámetro y sin explosivos- permanecerá unos días en la base militar para estudiar más su estructura antes de transportarlo a Ferrol, donde será destruido en los polvorines de Mougá.

Como adelantó ayer FARO, el Antequera perdió un proyectil del mismo modelo -un “G7a”, construido en la II Guerra Mundial- muy cerca del faro de Mourisca en el transcurso de unas maniobras de adiestramiento. Así lo aseguraban a este periódico tripulantes del ya desaparecido destructor como el marinense Ricardo Veiga, que todavía recuerda los tres días de la primavera de 1965 que navegaron por la Ría de Pontevedra buscando el extraviado artefacto.

Pero la Armada necesitaba documentar desde dónde pudo haberse lanzado ese proyectil “nazi”. Primero barajó la posibilidad de que se efectuara desde los muelles de la Escuela Naval de Marín, pero la descartó tras confirmar que el último disparo desde ese punto data de 1947 y además, el proyectil se recuperó. La investigación continuó ayer con la participación de los expertos del Museo Naval de Madrid. “Constataron que en efecto, el destructor Almirante Antequera perdió en esa zona un proyectil G7a que no logró recuperar. O es de este barco o de otro alemán, y esto sería elucubrar” razona un portavoz del Ministerio de Defensa.

De todos modos, los expertos de la Armada tratarán estos días de analizar con más detalle el torpedo. En primer lugar pretenden descubrir su “matrícula”, una placa que contenga la identificación numérica de su procedencia. “Se intentará, aunque será difícil. Lleva más de 40 años en el agua y está muy deteriorado”, añade el portavoz.

Complicada maniobra

Precisamente ése fue el motivo que complicó la maniobra de recuperación del proyectil realizada en la mañana de ayer desde el patrullero Tabarca. Este buque, apoyado por la zódiac del equipo de la Unidad de Buceo de Ferrol, empleó cerca de cuatro horas en izar el torpedo a la superficie. Los buzos militares lo habían dejado todo preparado el día anterior, con las boyas flotadoras colocadas en ambos extremos de la estructura para equilibrar el ascenso. Pero antes de iniciar esta operación, la cabeza del proyectil se desprendió, obligando a los buceadores a sumergirse de nuevo para recuperarla del fondo.

Al final, el Tabarca descargó en los muelles de la Escuela Naval el cuerpo principal del torpedo, la cabeza, su eje con las hélices y otros restos. La Armada agradeció ayer al Club de Buceo Ons, que localizó el artefacto, su colaboración.