El Centro de Educación Infantil y Primaria Noalla-Telleiro volvió ayer a una relativa normalidad y calma tras el tornado del pasado miércoles, que afectó a varias estructuras del colegio y a una veintena de casas de Sanxenxo.

Las puertas del Telleiro abrieron ayer de nuevo después de cuatro días cerradas. Al fin de semana se le sumó el jueves y el viernes, jornadas lectivas en las que tanto la Xunta como el Concello acordaron mantener el centro sin actividad por precaución ante, principalmente, el riesgo de desprendimiento de tejas.

En torno las 9 horas comenzaban a llegar los estudiantes más madrugadores a un centro en el que desde la pasada semana existía un dispositivo de seguridad para delimitar el perímetro de acción de los pequeños y minimizar los riesgos. Una cadena de vallas instalada por la Policía Local conducía a los jóvenes desde la entrada a los terrenos del centro directamente a la puerta de acceso al edificio escolar, en el que ya esperaban varios profesores para organizar a los alumnos por grupos y aulas. Otra serie de barreras en el patio delimitaba el acceso únicamente al pabellón.

También estaban presentes un agente de la Policía Local, como encargado del operativo de seguridad, y la concejala de Educación, Paz Lago, para ver de primera mano la vuelta del centro al funcionamiento habitual.

Mientras los estudiantes accedían al colegio, varios operarios comenzaban a montar el andamiaje para acceder al tejado en las fachadas en las zonas de acceso prohibido para los alumnos. La empresa encargada (Construcciones Abal) comenzó a trabajar la semana pasada y ayer, el pabellón ya lucía un parche en el agujero que provocó el golpe de un trozo de madera del paseo.

"Una de las cuestiones más urgentes era el pabellón. Ahora ese parche nos permitirá utilizarlo para Educación Física y como patio exterior. La idea ahora es cambiar toda la uralita", expresaba ayer el director del centro, Miguel Ángel Meijón.

Precisamente la actividad exterior en el centro quedará delimitada al pabellón durante varias semanas. Ayer por la mañana, el director del colegio no conocía todavía los plazos que maneja la empresa encargada de las obras para rematar los trabajos en el tejado y en el pabellón.

Precisamente ahora la cubierta es la prioridad, según Meijón: "Desde mi punto de vista, el tejado es lo que corre más prisa. Hay que asegurarlo cuanto antes por si viene mal tiempo. Una vez que se suban y vean cómo está el tejado, harán una valoración. La idea es arreglarlo todo: asegurar lo que ya hay y reponer lo que voló".

Padres y niños regresaban ayer a la rutina escolar tras varios días diferentes por la anomalía meteorológica que encontró el Noalla-Telleiro en su camino por tierra.

En el inicio de la jornada escolar, el sentir común de la mayoría de progenitores que acompañaban a sus hijos a la entrada del centro era el de "tranquilidad". "Vemos que está todo asegurado y que no les dejarán salir al patio. No tiene porqué pasar nada", explicaba una madre cuyo pequeño vivió con cierta tensión el paso del tornado. Según la mujer, su hijo de Primero de Primaria "no entendió muy bien lo que pasó".

"Cuando nos llamaron para que los viniésemos a recoger se abrazó a mí, pero a partir de ahí, nada más. Estos días decía que no le iban a dejar salir a jugar. Esa era su mayor preocupación", expresaba.

Mientras, otro padre de un estudiante de Sexto recalcaba la poca preocupación que le generaba el hecho de que su hijo regresase al colegio. "Han tomado las medidas oportunas", apuntó.

El hombre recordaba que su hijo "no estaba muy asustado aunque sí vio volar las tejas, pero reconoció que había muchos niños más pequeños que él que lloraban".

Asimismo, los últimos días en casa no le hicieron aumentar su "miedo" de regresar al colegio. "Ni mucho menos", destacó. "Mi hijo ya es mayor y para nada le daba respeto regresar. Además, el centro ya estuvo cerrado dos días. Es tiempo más que suficiente para reforzar la seguridad", finalizó el vecino de Sanxenxo.