Ya está abierto, después de ocho largos meses de obras, el estanque de los patos del parque de Las Palmeras. Lo hace con las tradicionales ranitas que expulsan agua -aunque algo más grandes que las originales pero sin patos. Aunque estaba previsto repoblar el estanque con estos animales, todo apunta a que finalmente no será posible por la complejidad que supone sostener una colonia en un entorno tan urbano.
Así lo admitió ayer el alcalde, Miguel Fernández Lores, que visitó el resultado de las obras acompañado por el concejal de Parques y Jardines, Alberto Oubiña. La impresión general de los primeros pontevedreses que conocieron la nueva imagen del estanque es muy positiva, aunque muchos echan de menos los patos.
Los trabajos de recuperación del estanque incluyeron la renovación de los circuitos del agua, con la inclusión de dos chafarís en el interior,; se limpió y mejoró el vaso central y se amplió la estancia centra. Además, se pusieron plantas acuáticas e iluminación led. Además se arregló el entorno del estanque, en especial las aceras del Paseo de Cervantes, donde las raíces de los árboles habían levantado el paseo las aceras. También se instaló un gran banco de madera en el frontal y una bancada aprovechando el muro de separación de la zona del estanque de la calle.
"Recuperamos el histórico estanque de Las Palmeras, con sus ranas, y el palomar. Es una intervención económicamente no muy costosa pero que queda estéticamente bonita" señalaba el alcalde tras la visita.
La historia del estanque y la historia personal y familiar de tantos pontevedreses en este espacio emblemático quedará reflejada en una exposición fotográfica que se va a desarrollar en el mes de septiembre. La muestra contará con más de 200 imágenes aportadas por los vecinos
La recuperación del estanque de las Palmas se completa con una intervención rematada con anterioridad: el palomar, en el que la empresa especializada Cestola na Cachola recreó el "Eterno retorno", el primero mural urbano de la ciudad. Aprovechando la forma circular del palomar, se creó una histórica cíclica.
En la parte superior se muestra la secuencia de un eclipse dividido en fotogramas. En la parte intermedia, una mujer con los ojos vendados lanza flechas tratando de darle a la manzana que está sobre la suya cabeza, pero al recorrer el muro las flechas regresan por su espalda; en la parte posterior otra mujer con un escudo trata de proteger a ambas de las flechas; y mientras tanto, una gran serpiente recorre la escena hasta morder su propia cola, envolviéndolas con ella. En la parte inferior se muestra un río circular que representa el río Lérez repleto de vegetación.