Los fieles pontevedreses rindieron culto ayer a la Virgen de Fátima peregrina, una visita muy esperada por los católicos con la que se recuerda la aparición de la Santísima a los pastorcillos Lucía, Jacinta y Francisco hace cien años.

La imagen de la Virgen fue recibida entre una gran expectación en la parroquia de San José, donde la esperaban numerosos vecinos de la ciudad. Una hora después se celebró una misa en su honor, que llenó por completo el templo, hasta el punto de que algunos de los creyentes se tuvieron que quedar en pie. Fue una de las homilías más numerosas de la parroquia en los últimos meses. Los fieles aprovecharon para realizar sus ofrendas en dinero en metálico en una bandeja a los pies de la imagen.

Tras la celebración de la misa, tuvo lugar un rezo continuo del Rosario y la consagración del Inmaculado Corazón, ya que, en palabras de la Virgen, "mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios".

A media tarde fue sacada en procesión desde la iglesia de San José hasta el Santuario de las Apariciones, en la calle Sor Lucía, en la zona monumental. Allí, según cuenta la tradición religiosa, se le apareció la Virgen el 10 de diciembre de 1925, estando Lucía de postulante en Pontevedra. Le acompañaba, suspendido en una nube luminosa, un niño. En su mano, la Virgen portaba un corazón lleno de espinas, por el que pidió a Sor Lucía oración durante varios meses.

También en el santuario tuvo lugar otra misa, que contó con una considerable asistencia de fieles.

La imagen peregrina de la Virgen de Fátima fue bendecida por el Papa Pablo VI el 13 de mayo de 1967. Estuvo expuesta en el pedestal de la Capelinha en la Cova de Iria. En Coimbra Sor Lucía veneró a la imagen. El Rosario que porta la imagen es un regalo de Juan Pablo II.

Todas las visitas de la Virgen de Fátima son bien acogidas por los pontevedreses. Ayer, la imagen llegó a la ciudad procedente de la localidad coruñesa de Vimianzo. De la capital del Lérez partió rumbo a la vecina Cangas. Con ella se fueron también las oraciones de numerosos creyentes pontevedreses.