No solo roza la perfección académica, sino que es la máxima excelencia dentro de la excelencia. Paloma Otero apenas tiene 17 años y estudia Primero de Bachillerato, pero su gran media en la ESO, un 9,93, le ha permitido alcanzar unos premios inimaginables. En septiembre, Otero fue una de las tres alumnas del Gonzalo Torrente Ballester que se presentó al examen de los mejores expedientes de Galicia.

Terminó octava a nivel autonómico y eso le abrió una puerta al certamen nacional, en el que fue la mejor. "Fueron tres exámenes de materias troncales. Mi nota media se acercó al 9 y sí, al final resulta que nadie sacó una mejor", admite casi con vergüenza Paloma, que reconoce todavía con más pudor que nunca ha bajado del 9, "salvo alguna vez en Educación Física".

La joven sale de clase con aire tímido. Le abruma saberse protagonista. Pero ese aire introvertido se le esfuma cuando empieza a hablar. Lo hace reivindicando el uso del gallego. Y continúa con su explicación. Asegura que la nacional fue "una prueba difícil" , aunque le costó "menos" que la autonómica. "Los exámenes gallegos fueron en septiembre y me costó más repasar durante el verano lo del curso pasado. Los nacionales fueron en enero y quieras que no, estar dentro de la dinámica del curso hace que recuerdes mejor todo lo del año pasado", analiza.

Estos dos premios le han llevado a ganar dos becas de 700 y 1.000 euros que seguramente ahorrará para pagarse los estudios en un futuro. Pero la acumulación de méritos no hace que cambie su perspectiva. Ella se considera una alumna "normal", con un trato idéntico al del resto del alumnado por parte del profesorado y que nunca ha sufrido burlas por sacar mejores notas que el resto: "Eso nunca. Mis compañeros nunca se han metido conmigo por eso", recalca mientras trata de analizar, aunque con rubor, la clave del éxito: "Quizá me cueste estudiar un poco menos que al resto, pero nunca me han hecho ningún test de inteligencia ni me han dicho que soy súper dotada. Al final, todo se basa en una mezcla. La inteligencia no es nada sin trabajo".

También música

Lo dice alguien que, al margen de las obligaciones del instituto, tiene otras en el conservatorio. Y las compagina muy bien. Porque Paloma se inició en el mundo de la música con cuatro años y, a día de hoy, está en el último curso de su formación musical profesional. No compone, pero sabe tocar el violonchelo y el piano.

"Hay tiempo para todo", explica alguien que sabe como sacar productividad a las horas.Cuenta que el hábito de estudio le viene "desde pequeña" porque cuenta con dos padres que son docentes y que siempre le han inculcado la necesidad de trabajar día a día. "Todos los veranos hacía media hora de cuadernillo para repasar lo que había dado durante el curso. A mí me parecía mucho, pero eso ayudaba", expone.

Ahora,tras pasar la vorágine del último premio que ayer se hizo oficial, se centra en acabar bien el curso. Y el año que viene, a decidirse por una carrera que a día de hoy no tiene nada claro. "Supongo que eligiré una de ciencias, pero es que la música me tira mucho. Y ambas serían presenciales. Así que no podría compaginarlas y no lo tengo nada claro", finaliza.