Por más que deseemos evitarlo, explica el psiquiatra Luis Rojas Marcos, la realidad es que casi nadie se libra de sufrir alguna desgracia. "Los habitantes de los países de Occidente no abandonan este mundo sin antes haber afrontado, por término medio, dos serias adversidades que pusieron en peligro su integridad física o mental", explica el experto, uno de los que alerta de la importancia de saber elaborar el luto y que no vale ignorar las cosas importantes de la vida, entre ellas, la muerte: no hablar de ella no significa que no vaya a suceder.

De todo ello, pero muy especialmente del recuerdo a los que ya no están, conversaron ayer las familias que se dieron cita en los distintos camposantos de la comarca, muchas con niños a los que todos los adultos pretendemos evitar el dolor. Así que además de emplazarlos a rememorar a los seres queridos que ya no están, el grueso de los padres y, muy especialmente, de los abuelos, tíos y padrinos convirtieron el día en una jornada de encuentro familiar.

Al depositar las flores en los panteones y tumbas, (la afluencia de visitantes fue constante en la totalidad de los cementerios de la comarca, muy especialmente durante la mañana) y en muchos casos encender velas o rezar oraciones, las familias volvieron a experimentar un momento de emoción que, si cabe, se ve aliviado en gran medida por los más pequeños de la casa.

Éstos tuvieron oportunidad de disfrutar de los almuerzos en familia y también de los tradicionales "huesitos de santo" con los que coronaron una jornada que en el caso de las primeras edades funde tradiciones como el Samaín, actividades como el tallado de calabazas y también la percepción de la pérdida de los mayores.

Todos estos sentimientos tuvieron cabida a lo largo del puente, en el que no pocas familias con orígenes en otras localidades se desplazaron a sus respectivas ciudades y pueblos para recordar a sus difuntos.