Al tratarse de inspecciones que afectan a edificios de 50 años o más, el centro histórico se convirtió en el principal foco de estas revisiones, con el 60% de los 721 casos de estos dos primeros años, si bien en el rural se localizaba un 20%, una cifra significativa si se tiene en cuenta que en las parroquias son muy habituales las viviendas unifamiliares, que no están sujetas a estos primeros plazos de inspección.

Además, la ordenanza municipal establecía la obligación de presentar en el Concello un certificado, elaborado por los técnicos contratados por cada propietario, que garantice que cada edificio cumple las exigencias. En caso contrario, habría que corregir las deficiencias. Asimismo, ese certificado tendría que renovarse cada diez años. Ahora todo queda en el aire, a la espera de conocer los informes técnicos al respecto.