Desconozco por completo si Lupe Murillo Solís ha sido consciente de que acaba de lanzarse a pasar su particular Rubicón. También ignoro si al tomar su arriesgada decisión ha dicho o no para sí misma "la suerte está echada", frase célebre atribuida a Julio César cuando se arriesgó a cruzar el río Rubicón camino de Roma.
Dejando a un lado aquel acontecimiento histórico, resulta una evidencia que ese quinto puesto en la lista electoral del PP de Pontevedra para los comicios gallegos, también coloca a la empresaria de éxito en el tortuoso camino de disputar la alcaldía a Lores y el BNG en el año 2019. Tal interpretación es inevitable, por muy temprana que parezca.
Nadie en su sano juicio hace planes con tanto tiempo por delante. Está visto y comprobado que tres años en la política española son una eternidad. A pesar de todo eso y más, no resulta menos cierto sin embargo que quienes tienen la sartén por el mango hacen cábalas, echan cuentas y trazan estrategias. Ahí es donde Lupe Murillo entra en liza sobre el tablero de ajedrez, cuyas piezas maneja Alfonso Rueda a su libre albedrio.
Por vez primera en mucho tiempo, el PP pontevedrés ha mostrada a un candidato in péctore con tanta antelación para tratar de recuperar una alcaldía que perdió por errores propios antes que por aciertos ajenos. Nunca ocurrió así. Una y otra vez se esperó y esperó por un mirlo blanco que nunca llegó, y la cosa fue de mal en peor. De modo que este giro copernicano para lanzar una candidatura de largo recorrido parece lógico y hasta aconsejable, puesto que la tarea resulta harto difícil.
Sobre Lupe resulta más fácil intuir lo que aporta, que conocer lo que resta; es decir, saber cuanto hay de lo uno y de lo otro. Pero si hay un rasgo que la caracteriza en su vida pública durante los últimos años, esa cualidad ha sido la paciencia exhibida en momentos claves frente a su ímpetu habitual: supo esperar entonces para acceder a la presidencia del Pontevedra FC y también supo esperar ahora para retornar a la primera línea política.
El meollo de la cuestión está en aventurar si Lupe Murillo Solís va a salir bien o mal parada del particular Rubicón que acaba de cruzar y que no tiene marcha atrás, con la alcaldía de Pontevedra en su horizonte personal.