Si los aficionados se daban cita en la plaza de toros para seguir desde los tendidos la segunda de feria, los más jóvenes de la comarca hicieron acopio de calimocho para disfrutar de una larga tarde-noche de fiesta y encuentro con amigos.

La tercera noche de peñas fue más intensa que las precedentes y de nuevo el centro histórico fue el epicentro de la fiesta, protagonizada por miles de adolescentes que disfrutaron de una de las pocas jornadas en las que se permite realizar botellón en las calles y plazas.

La plaza del Teucro, la avenida de Santa María y el entorno del Campillo fueron algunos de los puntos donde se concentró la animación.

Vestidos con las camisetas de sus respectivas peñas, pantalones cortos, zapatillas y no pocos sombreros de paja (el "uniforme" habitual de las noches de peñas) los jóvenes también repitieron otros "ritos" como el de dispararse agua con pistolas y, por supuesto, el alargar la fiesta hasta la madrugada, apurando el "toque de queda" paterno.