San Telmo, San Roque, San Benito, San Julián ("San Xulián, o do paxaro na man", como recordaban ayer numerosos feligreses para referirse a la querida imagen), San Sebastián, San Miguel y San Juan Bautista acompañaron ayer a la custodia del Santísimo en el día del Corpus.

Con las imágenes que en su día representaron a los distintos gremios, la talla de la Virgen Blanca, que presidió la misa celebrada en San Bartolomé. Como cada año par, el desfile religioso salió de la antigua iglesia de los jesuitas en una jornada en la que se renovaron tradiciones como la degustación del aguardiente de caña, una cita convocada por el gremio de Mareantes en la que de nuevo la invitada de excepción fue la corporación, encabezada por el alcalde, Miguel Fernández Lores.

Tras varias horas de incertidumbre en las que el mal tiempo impidió la realización de las alfombras florales al aire libre, finalmente un día primaveral recibió al día del Corpus. Arrancó con el oficio religioso en San Bartolomé, que dio paso al tradicional desfile en el que, siguiendo la tradición, las imágenes siguieron un orden jerárquico.

Cinco cruces parroquiales, el Teucro del gremio de Mareantes (portado por un marinero y directivo de la agrupación) la cruz del Santísimo, que llevó José Luis Arellano, presidente de esta decana hermandad de oficios de la ciudad, y una decena de niños de Primera Comunión acompañaron a la custodia.

También se sumaron al desfile representantes de las distintas cofradías de la ciudad, que portaron a hombros las ocho imágenes, de modo que solo la custodia fue trasladada en un paso con ruedas.

El altar en A Ferrería, el único que pervive de los varios que en su momento se instalaban en distintas plazas, fue escenario de la bendición en la que el sacerdote reivindicó el valor del amor y la amistad recordando el mandamiento "Que os améis unos a otros; como yo os he amado" (Juan 13:34).

Momentos después la procesión se reanudó. Estuvo acompañada de numerosas bandas de gaitas y desembocó en la plaza Alonso de Fonseca, donde los vecinos de Santa María realizaron un pequeño alfombrado floral.

El mal tiempo de la jornada del sábado evitó que se realizase el alfombrado previsto; se mantuvo no obstante una versión más reducida en las inmediaciones del cruceiro y una larga alfombra en el pasillo central de la basílica.

Una veintena de vecinos de la parroquia colaboraron para reunir y preparar el material vegetal para los alfombrados. A mayores, también se organizaron equipos para el diseño de los solados florales y su elaboración.

La basílica fue escenario de un acto eucarístico con el que se despidió esta fiesta que hunde sus raíces en la Edad Media y que celebra el cuerpo y sangre de Cristo, encarnados según la tradición en la Eucaristía.