Las cofradías de Raxó, San Telmo y Lourizán contarán con un proyecto de regeneración de la ría con el objetivo de recuperar la producción de moluscos bivalvos de interés comercial en la zona interna de la ría y conseguir los niveles óptimos de rentabilidad del recurso, mantenerlos e incluso a largo plazo. La Xunta viene de aprobar el plan de la lonja de Campelo que dotará hasta el próximo mes de diciembre con un total de 154.880 euros.

A sabiendas de que los frutos de este trabajo no serán a corto plazo sino dentro de año y medio dos, los patrones mayores avalan esta iniciativa como la única que puede salvar al sector, además del demandado saneamiento de la ría. Sin embargo, se trata de un proyecto que llega huérfano de la principal infraestructura que demandaban las cofradías, ya que no incluye la esperada financiación del barco específico de trabajo.

El "Proyecto de recuperación de la producción en el marisqueo a flote de la zona interna de la ría de Pontevedra", como se llama el plan aprobado por la Xunta, afecta a los bancos marisqueros de A Brensa, Aguillóns, Cantiles, Lourizán, Tambo Norte y río Lérez. En total, se estiman que la superficie trabajada superará los 2.250.360 metros cuadrados.

"Tal y como está ahora la situación estamos abocadas a la desaparición si no hacemos nada y la prueba está en los barcos que salíamos antes y los que lo hacemos ahora y lo que se facturaba antes y ahora", explicaba el actual presidente de la lonja de Campelo y patrón mayor de la cofradía de Raxó, Iago Tomé. Para acceder al propio proyecto, los mariscadores tuvieron que justificar la pérdida de productividad de la ría.

Los datos al respecto son esclarecedores. La lonja de Campelo cerró el 2015 con 2.833.799 euros en bivalvo, lejos de los 5.047.728 que marcó en 2012 o los cerca de 9 millones en 2003. La situación se reflejó también en el sector, que vio como en los últimos cuatro años el número de barcos de marisqueo a flote se redujo de las entre 80 y 90 embarcaciones a menos de 40, de las cuales en muchas ocasiones tan solo salen una veintena de barcos.

"La situación es muy pesimista. En el primer día de la temporada para los de a flote fue penoso, con treinta barcos que no trajeron en total más de 40 kilos de almeja", comenta Tomé. Las alternativas para estos mariscadores pasó en muchos casos por el cambio a otras artes o el paro. "No se puede salir a trabajar y lo que saques no te de para la Seguridad Social y la gasolina. Es una situación complicada porque eres el representante d otros mariscadores y te dicen que no hay almeja y sientes impotencia por no encontrar una solución. Sin hacer nada no se pueden mantener ni las empresas ni las familias", señala Tomé.

Acciones

El plan está estructurado en el desarrollo de seis acciones diferentes. Se realizará el arado de los bancos de marisqueo, aunque su desarrollo se hará en el mes de septiembre y octubre y no ahora porque las almejas ya desovaron y las larvas están agarrando al sustrato. "Si se tocan, mueren todas, perdimos tres meses para hacerlo antes", explica Tomé.

El resto de actividades implican la limpieza de algas de arribazón, el control de depredadores como la estrella o el caracolillo, los traslados de moluscos desde el río Lérez en zona C a Aguillón y a A Brensa, la identificación de nuevas zonas de marisqueo de a flote y rareos de reló en zonas de alta intensidad.

Autofinanciación y dragado

Tomé hace también una importante autocrítica por parte del sector. "Es cierto que hay un abandono del sector por parte de la administración, pero también lo hay por la nuestra. Tenemos que involucrarnos más en los rareos y limpiezas. En otras cofradías tienen normativas al respecto y sanciones si no se cumplen. Habrá que tomar ejemplo", señaló.

Y es que este plan que dura hasta diciembre es más que un lavado de cara. Los patrones creen que debe tener continuidad, pero para ello requieren un barco propio, en lugar de uno alquilado del que sí se haría cargo durante el programa la Xunta.

Se trata de una embarcación específica para realizar los trabajos de rareo o transporte, con vistas a poder ser utilizado con frecuencia en el futuro. El problema está en la financiación de los más de 55.000 euros que cuesta. Por el momento Tomé ya tubo una toma de contacto con el Concello de Poio para obtener una ayuda y espera también la implicación del de Pontevedra, toda vez que la Diputación redujo las ayudas, pasando de los 300.000 euros por año a los 200.000, pero dentro de la modalidad de cofinanciación.

Por otro lado, los mariscadores también esperan el dragado del río, debido a la gran riqueza que tiene esta zona, pero cuya situación actual complica el trabajo de los barcos. "Es imprescindible para el futuro de las playas y sin estas se acaba nuestro trabajo", señala Tomé.