La oposición de Pontevedra -que ostenta la mayoría en el pleno de la corporación- está decidida a no dejar pasar ni una al gobierno local. Tampoco en cuestiones negociables. Es su reacción a la estricta aplicación del reglamento por parte del equipo de Miguel Lores, que permitió al BNG aprobar los presupuestos municipales en minoría, en el anterior pleno, al faltar un concejal del Partido Popular por hospitalización.

El BNG negó entonces a la oposición la "cortesía" de retirar de la sesión a uno de sus ediles, para equilibrar la inevitable ausencia de un miembro de la oposición, por lo que ahora ésta también hará cumplir el reglamento de forma estricta ante cualquier petición del BNG.

La primera consecuencia de esta revancha se vivió en el pleno de ayer, que el grupo de gobierno solicitó aplazar, por coincidir en el calendario con el día siguiente a las elecciones generales, con el consiguiente esfuerzo para políticos y trabajadores municipales.

La oposición se negó a trasladar de fecha el pleno, que por reglamento debía celebrarse ayer. Y el gobierno local reaccionó igualmente con una pequeña "represalia". La sesión se celebró con equipamientos básicos y en unas condiciones nada cómodas para los concejales. No dispusieron de mesas y para intervenir tuvieron que pasarse un micrófono de pie, en una postura que el socialista Agustín Fernández comparó con la de "cantadores flamencos". El portavoz del PSOE lamentó las condiciones en las que el gobierno preparó este pleno "como si fuera menor, como de tapadillo, cuando se convocó con el suficiente tiempo para que se pudiese organizar en condiciones", protestó Fernández, quien culpó directamente al alcalde Lores de esta situación. La nacionalista Carme da Silva celebró, de forma irónica, el "espíritu navideño" que impregnaba la sesión.