En la calle Juan Fuentes, en pleno centro de Caldas de Reis, está la inmobiliaria Gaubica, propiedad de David Oubel y de su hermana. El negocio se dedica a la compra venta de fincas y la gestión de comunidades, si bien era normalmente su hermana la que se encargaba de acudir a las reuniones vecinales. En el interior del negocio, que ayer permaneció todo el día cerrado a cal y cano, luce su título de gestor inmobiliario junto con el de su hermana.

Ayer no se hablaba de otra cosa en Caldas de Reis, pues era un hombre bastante conocido en el municipio por los vecinos, empresarios y hosteleros de la zona. El que menos, tenía una relación cordial con él y se conocían desde hace algún tiempo.

El impacto fue especialmente fuerte para la dueña del bar que limita con la inmobiliaria, pues la relación con ella era más estrecha. En su establecimiento posee incluso las llaves de su negocio y describe al hombre como "una persona muy humilde" que "se desvivía por sus hijas" de las que se refiere como "unas niñas preciosas".

Son muchos los negocios que rodean la inmobiliaria de los hermanos Oubel, varias cafeterías, una ferretería, un puesto de lotería, una frutería, un supermercado o una panadería, entre otros.

Todos ellos conocían al presunto asesino de sus dos hijas y en ningún caso lo creían capaz de cometer un acto de tal magnitud con semejante frialdad.

También algunos taxistas de la zona lo conocen y hablan de él como alguien que "siempre saludaba y si no lo hacía era porque no te veía o porque estaba despistado, pero no por falta de educación".

Numerosos medios y curiosos acudieron a las inmediaciones del negocio inmobiliario que, lógicamente, permaneció cerrado a lo largo de toda la jornada e incluso la Policía Local de Caldas de Reis acudió al lugar con el fin de controlar la situación, llegando incluso a advertir a alguna persona de que no estaba permitido tomar fotografías al lugar.

Ante un hecho de tal magnitud la rumorología se comenzó a disparar por la zona, incluso se llegó a especular con la supuesta compra de la radial en la ferretería cercana a su negocio, una posibilidad rápidamente descartada por el dueño del establecimiento.

Lo que es un hecho, es que de confirmarse la autoría del crimen, estos vecinos tardarán mucho en volver a ver por sus calles a un hombre al que ya se habían acostumbrado a ver y a comprar por la zona desde hace algún tiempo.