"La cosa está mal pero no nos asusta, venimos de un país en constante crisis y estamos acostumbrados a hacerle frente", afirma Virgilio Morón, venezolano de 32 años de edad, que con su hermano Alexander llegó a Galicia cuando esta orilla del Atlántico entraba en recesión. Advertidos por todos aquellos que les rodean del "mal momento" para embarcarse en cualquier aventura económica, los hermanos Morón Rojas no dudaron en unir su futuro al de la tierra que ahora les acoge.

Así, tras estudiar varias alternativas de negocio para invertir sus ahorros, se decidieron por abrir una local de hostelería, actividad en la que ambos tienen experiencia. Eligieron primero Pontevedra y dentro de su centro histórico una vieja tapería de la calle Princesa. Los hermanos Morón reabrían así el antiguo bar Saudade, ahora denominado "Twins" para "renovar la imagen del local", sin abandonar por ello los platos y vinos más tradicionales del local, explican. A las tradicionales tapas de toda la vida, estos nuevos gallegos han sumado algunos de los platos típicos de su país de origen, como las arepas, unas tortas de maíz rellenas al gusto de consumidor.

Además de fundar un negocio en el momento más necesario para la economía general, Virgilio y Alexander Morón han creado -además de los suyos- otros dos puestos de trabajo, los de sus dos camareros. "Esperamos generar muchos más empleos y abrir más locales en un futuro, queremos trabajar mucho y tenemos ambición", sostiene Virgilio.

Antes de decidirse por la capital del Lérez, estos venezolanos recorrieron varios puntos de la costa gallega. "Pontevedra nos pareció un lugar idóneo para abrir un local de este tipo; hay mucha competencia en hostelería, pero eso es bueno y nosotros confiamos mucho en nuestra apuesta", explican, aludiendo a la idea de combinar la cocina tradicional gallega con la caribeña, al margen de una extensa carta de cervezas de todo el mundo.

Pese a lo que se suele publicitar desde las administraciones públicas, la puesta en marcha de la empresa no fue sencilla desde el punto de vista burocrático. "Nos pasamos cuatro meses de gestiones diarias con las distintas administraciones públicas; no nos pusieron trabas, pero fue todo bastante farragoso", explican estos emprendedores, que se sorprenden al leer en los medios de comunicación que gracias a la crisis las licencias se conceden ahora "en una mañana".

Con solo un mes al frente de su local, estos hosteleros se declaran optimistas no solo respecto a la viabilidad del negocio sino de la economía general. "Esto no puede ir a peor, España no lo merece y tiene capacidad para salir adelante", afirman.