"Es una negativa decisión, pero que se veía venir, a la vista de la política de privatización y bancarización de las cajas". El alcalde de Pontevedra, Miguel Fernández Lores, lamentó ayer el acuerdo del consejo de administración de Novacaixagalicia de restringir el uso del Centro Social de la antigua Caixanova a su auditorio, con lo que este monumental edificio dejará de ser escenario de conferencias, exposiciones y otros actos culturales de la entidad en la ciudad.

Aunque ese papel se traslada al otro edificio cultural de Novacaixa, el Café Moderno, el alcalde teme que la oferta social de la entidad se reduzca paulatinamente en una descenso cuyo primer paso es la reordenación de espacios ahora acordada. Sin embargo, Lores no responsabilizó de estos recortes a la dirección de Novacaixagalicia, sino a las "decisiones de los grandes partidos de bancarizar y privatizar las cajas, que nos han dejado unos edificios dedicados a actividad cultural pero sin financiación, sin fondos para su obra social, algo que pasa en todas las ciudades y en Pontevedra también".

El consejo de administración de Novacaixagalicia aprobó el pasado jueves su plan estratégico 2012-2016, que incluye cambios en la gestión de su red de centros socioculturales, como la modificación de horarios y días de apertura y, sobre todo, el régimen de uso de esos inmuebles, lo que abre la puerta al cobro por su utilización por parte de terceros. Este plan estratégico, que apuesta por destinar 170 millones de euros a inversión social en cinco años, ya establece el cierre de dos centros sociales gallegos, en Santiago y en Ourense, además de otros recortes. En el caso de Pontevedra, sus dos emblemáticos inmuebles permanecen abiertos, pese a que se ubican ambos en la plaza de San José y separados por escasos metros, pero su funcionamiento interno sí que se ve reducido, en especial en lo que se refiere al Centro Social de la antigua Caixanova, abierto en 2006 tras una larga y costosa rehabilitación.

"Tercera administración"

Lores recordó que hasta su fusión, Caixanova y Caixagalicia funcionaban como una "tercera administración en temas de desarrollo económico y actividad cultural y deportiva", pero la "decisión política de fusionarlas y privatizarlas nos lleva a que al final no tenemos siquiera un mínimo porcentaje de obra social".

"En lugar de crear una caja gallega fuerte, que dependiera de la Xunta, apostara por reinvertir en Galicia el ahorro de los gallegos y cumplir una función social y de apoyo a los sectores productivos gallegos, se optó por un modelo especulativo, entrando en el sector inmobiliario y cuyo resultado final ha sido malo, muy malo, para el entramado económico de las pequeñas y medianas empresas", sostiene el alcalde, que teme que la evolución de la obra social sea aún más negativa, lo que "es una situación lamentable y criticable".