La tradición es la tradición, y en A Saínza siempre ganan los cristianos. El combate contra los moros se mantuvo ayer fiel al guión escrito en 1840, año en el que cumpliendo una promesa que un religioso hizo a la virgen se empezó a celebrar esta batalla. No es la recreación de un hecho histórico, sino la representación de la eterna lucha entre el bien y el mal.

Desde hace cinco años, y para compensar la victoria reiterada de los cristianos, la organización ha introducido un nuevo elemento que equilibre las fuerzas, el asalto al castillo por parte de los rebeldes. Este hecho se produce la noche del sábado y son los moros los que humillan a los católicos arrebatándoles su fortaleza. Este año, a causa de las de las fuertes lluvias registradas, se suspendió el asalto, por lo que esta vez no fue posible esa concesión a los de la media luna.

La escenificación de la revancha, protagonizada el domingo por la mañanpor unos 40 vecinos de Rairiz de Veiga, es el plato fuerte de una romería que se desarrolla en el entorno del Campo do Castelo en el marco de las fiestas de la Merced. Todo discurre como siempre pero el combate despierta siempre gran expectación. La santa llega desde la iglesia de Rairiz al Campo do Castelo en procesión, custodiada por las caballerías cristianas. Allí se celebra una misa de campaña en la que los rebeldes deshonran a la virgen y la tensión entre los bandos se dispara. El ejército de la media luna roba el pendón y el capitán cristiano envía un emisario reclamando bajo amenaza de guerra la devolución del estandarte. Por respuesta recibe la negativa. El diálogo va subiendo de tono hasta que el capitán moro no deja opción: "¡Se guerra queredes, guerra teredes!".

Empieza la lucha entre las caballerías hasta que los cristianos logran reconquistar su castillo. Los soldados que sobreviven acaban prisioneros y son llevados ante la virgen, obligados a someterse a ella y reconvertirse.

Recuperada la honra de la santa, los caballeros cristianos la acompañan hasta la capilla de A Saínza, situada a unos 200 metros del campo del asalto.

La batalla ha ganado vistosidad y elegancia en los últimos años. Desde la organización, explica José Antonio, han querido darle mayor realismo. Entre otras cuestiones, han mejorado los trajes de los moros y cristianos y se cuidan mucho más los textos, que ahora se hacen en gallego.

Los vecinos buscan cada año un mayor dramatismo en la escenificación, aunque siempre con un toque de humor e incluso de improvisación. Ayer, por ejemplo, los capitanes de ambos bandos, despojados de sus espadas, acabaron luchando con las manos.

La representación incluye sonido, cañonazos y fuegos de artificio. El castillo de los rebeldes acaba explosionando con una traca. José Antonio explica que esta tradición "no tiene ánimo de ofender" y asegura que en más de una ocasión ha preguntado a miembros del numeroso colectivo musulmán que reside en la capital de la comarca, Xinzo, "y se muestran comprensivos, entienden que es una fiesta y un divertimento, no les ofende".

Tras el combate, familias y grupos de amigos celebraron una comida campestre amenizada por charangas.