M. L. S. I. defendió ante la juez ayer que no engañó a la clienta y que le dio toda la información antes de entregarle el contrato de venta de una máquina doméstica para depurar el agua. La mujer, que trabajaba como comercial para una empresa suministradora, se sentó ayer en el banquillo del Penal Número Uno de Ourense, encausada por un presunto delito de estafa en grado de tentativa. Presuntamente, colocó una máquina a una mujer septuagenaria e impedida tras manifestarle que el agua que bebía podía causarle cáncer.

Pese a que la mujer rechazó los hechos, la fiscal mantuvo la acusación y solicita que se le imponga una condena de cuatro meses de cárcel. Según la tesis del ministerio público, la acusada engañó a la clienta, asegurándole que la depuradora tenía un coste de 50 euros, cuando el contrato que le dio a firmar estipulaba una obligación de 1.980 euros.

Los hechos se remontan a principios del año 2013, cuando el trabajo de comercial de la acusada consistía en visitar a posibles clientes en sus domicilios, para hacer una demostración y ofrecerles la venta de una depuradora del agua del grifo.

Tras contactar por teléfono con la supuesta víctima, el 11 de enero de 2013, la acusada se presentó en el domicilio de la señora, ubicado en el casco histórico de la ciudad de Ourense. La Fiscalía Provincial sostiene que la comercial se aprovechó de las circunstancias de la víctima, que vivía sola y que por aquel entonces tenía 76 años, así como "graves padecimientos neurológicos y secuelas oculares".

Después de hacer una demostración con unos filtros, M. L. S. I. habría manifestado a la septuagenaria que el agua que bebía podría provocarle cáncer, por lo que era necesario que se hiciera con una depuradora. Ante la reticencia de la señora a adquirir la máquina, la acusada llegó a ofrecérsela, presuntamente, por 50 euros. Una vez que la septuagenaria accedió, la acusada le dio a firmar un contrato donde realmente la clienta adquiría la filtradora por un precio de 1.980 euros, según la versión que defiende la fiscal.

Un sobrino intervino

Al día siguiente acudieron al domicilio dos operarios de la misma empresa que la acusada. En ese momento se presentó en el domicilio de la septuagenaria un sobrino. Al percatarse de que su tía no sabía el precio que iba a pagar por la depuradora, el familiar les manifestó a ambos que cesaran con la instalación. Uno de los operarios llegó a ser imputado por proferir presuntamente amenazas e injurias al sobrino. No fue a juicio porque la falta se declaró prescrita, puntualizó ayer la Fiscalía.