Alexandre Bóveda recibió ayer el homenaje con el que la corporación municipal recuerda cada año al intelectual y galeguista asesinado en 1936. El acto se celebra coincidiendo con la fecha de su nacimiento, el 7 de junio, en el jardín situado frente a la casa natal de A Barrera, frente al consistorio ourensano, y donde figura una escultura obra de Buciños que para el hijo del represaliado, Xosé Lois Bóveda, representa la alegoría perfecta para explicar lo que supuso el asesinato de su padre, "un tronco de carballo fendido".

Al acto asistieron concejales y otros representantes institucionales y contó con un dúo de gaitas que interpretó el himno gallego justo antes de la ofrenda floral al pie de la escultura. José Luis Bóveda leyó un largo discurso en el que evocó pasajes de diversos autores gallegos que escribieron sobre la vida, obra y muerte de su padre. "Esquecer a Bóveda é ser cómplice do seu asesinato", de Avilés de Taramancos, arrancó las palabras del hijo que reconoció ayer que todavía no comprende el por qué de aquella muerte en un pinar de A Caeira, Poio, el 17 de agosto de 1936. "As cascas do piñeiro no que o fusilaron foinas recoller despois a miña nai e aínda están gardadas", dijo quien vivió una infancia "domesticada e anestesiada en contos que nos adormecían", en tiempos de "unha paz inocente de mapas en blanco" que le traen a la memoria las múltiples veces que requisaron su casa para "ver se quedaba algo coa desculpa, decían, de si quedaba algunha bandeira galega".

Para Xosé Lois Bóveda, a pesar de los logros de la declaración del Año da Memoria Histórica que arrancó en abril de 2006 en A Illa de San Simón, "aínda quedan moitos agravios por restituir" y se preguntó "cántos nomes faltarán por rescatar das fosas comúns".

El alcalde de la ciudad, Agustín Fernández, destacó que, a pesar de su corta vida, Bóveda se convirtió en un "estandarte, foi víctima pero ao mesmo tempo un referente para a nación". Con su asesinato, dijo, "enterraron a semente pero prenderon a chama do nacionalismo galego".