El desencuentro ocurrió hace siglos y no hay motivo en la actualidad para este desplante, pero siguiendo la tradición, el obispo Leonardo Lemos y su cabildo volvieron a dejar a la corporación municipal a los pies de la escalinata de Santa María Nai. Políticos, religiosos y feligreses procesionaron juntos desde la Catedral de San Martiño hasta esta iglesia vecina de la Casa Consistorial en la Praza Maior, pero al llegar a la escalera, los miembros de la corporación se quedaron parados viendo ascender el paso de la virgen. Desde lo alto, el obispo y su cabildo escenificaron con un frío saludo el desplante que sí ocurrió siglos atrás y la corporación dio por hecho que tampoco esta vez podría acceder a la iglesia.

El hecho que motivó este desencuentro tiene que ver, precisamente, con la escalinata cuyos desperfectos se negó a reparar el gobierno municipal hace siglos. Aquella protesta del obispo y miembros de su cabildo ha pasado a la historia manteniendo como tradición en el regreso de la virgen madre a su templo la recreación de este desplante que, además, pone fin al ciclo de la Semana Santa.

Fue la edil de Urbanismo, Áurea Soto, la encargada de portar el bastón de mando al encontrarse el alcalde de vacaciones, y el concejal socialista José Ángel Vázquez Barquero el pendón de la ciudad. También asistieron los ediles del PP Rosendo Fernández, Belén Iglesias y Marinel Fernández, pero ninguno del BNG como es habitual ni de Democracia Ourensana.

El paso de Santa María Nai fue porteado por la Policía Local y en su regreso al templo de origen tuvo el acompañamiento musical y solemne de la Banda de Música Municipal.