Si pensamos en estilos musicales como el rock, metal o heavy se nos viene a la mente la imagen de hombres tatuados, con pelo largo y voces guturales, más cercanas al averno que al edén. Seguidores que idolatran a sus cantantes y adquieren su modo de vestir y su estilo metalero.

Prejuicios como estos hacen que nos sorprenda que puedan existir personas como Félix Álvarez, que en sus ratos libres se reúne con sus amigos para compartir su afición por el rock, mientras se gana la vida de sacerdote diocesano en cuatro parroquias de Allariz. "Hay que romper con los prejuicios, porque hay gente que me ve en los conciertos de rock y me pregunta: ¿pero tú qué haces aquí?", relata Félix.

Ecléctico, de contrastes, pero ante todo cura. Así se define y así se muestra ante todos, como un hombre capaz de pasar de libros de teología y filosofía -la carrera que estudió- hasta novelas de terror o cómics de ciencia ficción. Un párroco poco habitual, vestido con una camiseta negra serigrafiada con la frase "Metal Galaico Extremo", que poco o nada tiene que ver con la sotana y el alzacuellos. Y es que este cura de 32 años es también un joven moderno que sale con sus amigos a disfrutar de conciertos de rock como auténticos fans: "Hubo una época en la que perseguimos al grupo Eldorado a todos sus conciertos en Galicia y cuando los veíamos lo normal era darles un abrazo".

Félix es el "Donjosé" o el "Padre Johny" ourensano, sacerdotes que se salen de los cánones habituales y demuestran que la vida social y la clerical son perfectamente compatibles porque "hay que buscar un equilibrio y los curas no podemos olvidar que también somos humanos". Y ante la idea de conocer a sus colegas rockeros y sacerdotes, Félix afirmó tener ganas "de contactar con todos esos curas que hay por el mundo como yo".

Esta segunda vocación surgió con mayor fervor en una goleta en Vigo, donde el grupo The Mirage dio un concierto el año pasado. Félix acudió allí con unos amigos y en segunda fila, junto a otros 80 rockeros, escuchó cómo la banda de hard-rock pidió un aplauso para él, para el "pater", como muchos le llaman. Otros prefieren bautizarlo como "sotánico", nombre elegido por él para su perfil de Twitter: "Se trata de un nombre de guerra para dejar una firma divertida, donde se combina la sotana con el tema más metalero, así que cuando me dicen que es música satánica, yo digo que es sotánica", bromea. Nombre que su amigo Miguel Blanes aprovechó para denominar a un café muy oscuro, casi negro, en un bar de O Couto.

Enganchado a las redes

Twitter y Facebook acompañan a este joven en su día a día, porque en ellas no solo comparte información religiosa sino que su perfil está repleto de álbumes de fotos de los conciertos a los que ha acudido. Incluso ha animado a otros sacerdotes a escuchar los temas que él escucha y así "echarse unas risas, ya que ellos saben que no es una salida de tono que se me ocurre, y que incluso muchos cantantes son gente comprometida y con valores". Los feligreses de las cuatro parroquias de las que se encarga ven con buenos ojos esta forma de vida, aunque "les hace más gracia que otra cosa, sobre todo porque hablamos de mentalidades y épocas distintas".

A estos ingredientes se le suma además su afición por la ciencia ficción, reflejada en series tan míticas como "Star Wars". Félix fue uno de los que acudieron a Santiago de Compostela para la preparación del desfile en honor a esta saga, a la que asistió ataviado con su disfraz e inmortalizó el momento delante del símbolo religioso más importante de la capital gallega: su catedral. Y es que tal y como escribe en su blog: "Luces y sombras, pero siempre sacerdote". Una vocación que llegó temprano, en la adolescencia y que lo ha acompañado en los siete años que lleva ordenado, con dos cargos sobre sus hombros en el Obispado de Ourense.

Por ello también se atreve con los temas religiosos y afirma que cuestiones como el celibato son para él "una forma de vida, como el metal o el rock y, como con todo, cada uno tiene que elegir su camino". Fue precisamente ese camino el que le llevó a la Televisión de Galicia, donde participó en el programa de Beatriz Manjón comentando la popular serie "Padre Casares": "Cuando les dije que me había invitado a cenar (Manjón) mis amigas hicieron muchas bromas al respecto", comenta Félix.

Y es que este es un ejemplo que hace que Horacio Casares se quede en una anécdota porque, en casos como estos, nunca tuvo mayor sentido eso de: la realidad supera a la ficción.