Paulo Rafael Da Silva Freitas recorrió cientos de kilómetros para sentarse en el banquillo y todo un engranaje de la administración de dos países distintos, en España y Portugal, se puso en marcha para garantizar que el individuo, un delincuente con historial sangriento, llegara a juicio.

El luso está preso en el país vecino por el asesinato y el robo del "bruxo de Rio de Moinhos" en la localidad de Penafiel, ocurrido en 2009. Sus dos hermanos y un cuarto implicado fueron detenidos por el crimen. Había orden europea de detención. Un hombre que se dedicaba al espiritismo con la ayuda de su hermano, y que tenía 300.000 euros en dinero y oro ahorrados, fueron hallados muerto y herido, respectivamente, en su casa de la localidad portuguesa de Monhois. Habían sido amordazados y golpeados para que informaran del botín. Tras repartirse su parte del robo, los Da Silva huyeron a Galicia en un coche matrícula de Ourense.

En 48 horas, Paulo Rafael pasó de cárcel a cárcel, custodiado en una cadena de relevos por cuerpos de seguridad distintos. Da Silva viajó , en primer lugar, de Portugal a la prisión de Cáceres. Desde allí, fue conducido al centro penitenciario de Pereiro de Aguiar, donde pasó la noche previa al juicio. Ayer, agentes de Guardia Civil lo llevaron esposado al Pazo de Xustiza. El último relevo, el de menor duración, retrasó el proceso. El juicio empezó tarde hasta la llegada al juzgado la Policía Nacional, el cuerpo encargado de la custodia en el edificio. Los agentes lo subieron del sótano a la tercera planta. Y el viaje en sentido opuesto.