Bajo una lluvia obstinada que percutió sin parar sobre una alfombra de capuchas y paraguas, la protesta secundada ayer por más de un centenar de jóvenes estudiantes -500 según cifras de los presentes- no se ahogó. En la primera jornada de huelga de pupitres en la ESO, los alumnos enarbolaron la previsión de un futuro muy negro. La indignación se expandió de forma inopinada, a paso de legión, por varias calles del centro de la ciudad de Ourense, en un desfile pacífico, intensificado entre gritos de protesta y ruido de silbatos, sin el menor incidente tras el tumultuoso precedente del jueves pasado, cuando un intento de ocupación simbólica de la biblioteca de calle Concello desencadenó un enfrentamiento a golpes y empujones entre estudiantes y policías. La sede educativa fue ayer un fortín.

Los mandos recurrieron al músculo desplegando dos unidades antidisturbios desplazadas desde Vigo que actuaron como un cristal blindado. Doce policías UIP echaron el cerrojo al edificio de la biblioteca, sede también de la consellería de Educación que era la diana de las críticas. Entre la multitud se mezclaban varios efectivos de paisano que tomaron nota.

La gestión y las "contrarreformas" de los gobiernos autonómico y central centraron la ira de los manifestantes. "Intentan mercantilizar a los alumnos en lugar de que la educación forme a los jóvenes con una conciencia crítica. La lucha estudiantil continuará", resumió con firmeza Jonatan Buxán, representante de los Comités Abertos de Facultade (CAF), uno de los promotores con el colectivo fabril de Galiza Nova de la reivindicación educativa que ayer recorrió otras localidades de la provincia sin que se registraran incidencias. En O Barco, más de 200 personas secundaron la protesta, según Galiza Nova.

La presencia numantina de antidisturbios no permitía ni la entrada para consultar un libro ni tampoco el paso para poder realizar trámites en la delegación territorial. Los agentes exigían identificaciones a los jóvenes que querían traspasar el cordón. Durante una hora permanecieron como una muralla humana al pie de la escalera de la sede. A su espalda y metros detrás, varios agentes de la Policía Autonómica reforzaban el operativo, "excesivo", censuraron los manifestantes. Los policías se pertrecharon dentro de la institución con una reserva de escudos, cascos y otros elementos de defensa que no hicieron falta.

El acto convocado a las doce se propagó más allá de Concello después de que los jóvenes cortaran la calle y corearan consignas, refugiándose como podían entre los paraguas, las bocas de garaje y los balcones voladizos de los inmuebles próximos. "La educación es un derecho", reivindicaban. El centenar de manifestantes avanzó hasta la zona del campus provocando breves parones de tráfico y buscando empatía a cada paso. "No nos mires, únete", decían a los ciudadanos que poblaban las marquesinas. Algún conductor se solidarizaba con la bocina o las luces.

La marcha hizo a intervenir a la Policía Local. "No habían dicho que fueran a ocupar la calle", reconoció un agente del operativo. Los jóvenes desembocaron en la plaza donde convergen el Edificio de Ferro y el Politécnico en el campus de As Lagoas. Los estudiantes reprodujeron proclamas y reproches dentro de las facultades, llamando además a la huelga que hoy continúa. Los antidisturbios, que no tuvieron que llegar a nada porque la amenaza no fue tal, persiguieron la marcha de los alumnos desde Concello a la Universidad.