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Grave deterioro de un bien patrimonial de Cangas

Vecinos y Concello alertan del riesgo de derrumbe de la capilla de A Pedreira por grietas en su estructura

-En las últimas semanas han caído cascotes del techo y las fisuras en las fachadas de piedra se han agrandado -El templo acoge misa todos los domingos y el tripartito insta a Iglesia y a Patrimonio a actuar con urgencia

"Empezou con pequenas gretas, pero as rachas son cada día máis grandes e ultimamente xa están caíndo cascotes", advierten dos representantes de la asociación de vecinos de A Pedreira, en Cangas, mientras muestran el techo desconchado y las agrietadas paredes de piedra de la capilla de Santo Domingo, de cuyo cuidado diario se encargan varias devotas y que cada semana acoge la misa dominical oficiada por el párroco de Coiro, Benito de la Iglesia. "Hai que tomar medidas urxentes para que non pase nada, porque pode virse abaixo", reclama el presidente del colectivo, José Antonio Antepazo, que ya lo ha puesto en conocimiento del Concello. "A situación é grave. Os nosos técnicos farán un informe urxente que trasladaremos ás autoridades eclesiásticas e a Patrimonio, que teñen as competencias nesta materia", afirma la concejala de Obras e Servizos, Mercedes Giráldez, mientras el alcalde, Xosé Manuel Pazos, recalca que la evaluación de los técnicos se hará hoy mismo para actuar en consecuencia y evitar posibles percances.

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Los problemas en la estructura vienen de atrás y las reparaciones puntuales realizadas en los últimos años para evitar que se convierta en un peligro para los fieles parecen no haber surtido afecto. En la primavera de 2013, y también a instancias de la asociación de vecinos de A Pedreira, el entonces concejal de Urbanismo, Rafael Soliño, trasladó a la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural un informe realizado por los técnicos municipales advirtiendo del mal estado de la estructura y solicitó al organismo autonómico financiar la reparación, al tratarse de una obra costosa a la que difícilmente podría hacer frente el Concello, además de tratarse de un elemento patrimonial. El año pasado, en vísperas de las fiestas en este lugar colindante con la parroquia moañesa de Tirán, se taparon las grietas, además de hacerse otros retoques en las instalaciones, pero ahora resurgen más aparatosas, atravesando las paredes de piedra de más de medio metro de espesor y dejando al aire el forjado del techo, que amenaza derrumbe al ceder los muros que lo sustentan.

Precisamente ese comportamiento de la estructura explica por qué las fisuras son más gruesas en la parte superior. La cubierta fue reconstruida en los años 70 del pasado siglo (algunos vecinos apuntan que los trabajos se ejecutaron en 1972) y carga todo su peso sobre las paredes laterales, que incluso están abombadas y algunas piedras desplazadas de forma cada vez más perceptible. Algunos técnicos ya apuntaron que el tejado tendría que ser sustituido completamente en la remodelación. En principio se apoyaba sobre una placa de hormigón armado, que protegía de su peso a las paredes laterales, pero con el paso del tiempo, y con la entrada de agua por la cubierta, el metal de la placa se oxidó, por lo que ya no sirve de soporte.

"Aquí hai misa todos os domingos ás dez da mañá, e durante a semana veñen varias persoas a limpar a capela e a poñerlle flores", explicaban ayer los directivos del colectivo vecinal, preocupados por el incremento de las ranuras, las filtraciones de agua y el desprendimiento de cascotes o, lo que sería más grave, el riesgo de desplome de la techumbre, que podría causar daños personales. "De feito xa caíron algúns cachotes en días pasados, e ten pinta de que non van ser os últimos", advierte Antepazo.

El gobierno tripartito está "comprometido" con el estudio del problema y la búsqueda de soluciones, aunque deja claro que son las autoridades eclesiásticas y de la Xunta las que deben tomar cartas en el asunto para no poner en riesgo la integridad física de las personas y de un bien patrimonial por el que les corresponde velar. Pide más implicación a sus titulares y que se valore seriamente mantener las actividades religiosas si la seguridad no esté plenamente garantizada. También algunos vecinos reclaman más implicación de las autoridades eclesiásticas, que se limitan a oficiar los actos litúrgicos sin atender suficientemente el patrimonio inmobiliario. Al menos desde el año 1977 son los propios feligreses quienes se encargan del mantenimiento periódico del templo.

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