Marta Lemos comienza sus episodios sobre Ons con un acercamiento a la colonización de estas islas de Bueu que ya debieron estar pobladas en tiempos prehistóricos, como lo atestiguan un castro y un sarcófago en Laxe do Crego. La primera información documentada, añade, se remonta a Plinio y se refiere a la isla de Ons como Aunios. En 899, Alfonso III donó a perpetuidad la Illa de Aones al Cabildo Catedralicio de Santiago junto con su iglesia de San Martín. El Cabildo quedó con la propiedad de las islas por orden de varios reyes Ordoño II, Ramiro II y Alfonso V, que donó también las islas desde Ulla al Miño. En el XVI la Casa Montenegro figura como dueña de la isla. En 1562 pasa a manos particulares. Ons sufren asaltos piratas, en 1585 los franceses la saquean, el libro también narra la invasión pirata de 1594 o la de berberiscos en 1601 como parte de una asalto a la villa de Pontevedra. En 1809 con la invasión napoleónica, la Junta provincial de Armamento decide favorecer la recolonización de Ons y construir elementos defensivos de los que quedan restos de dos fortificaciones en el barrio de Pereiró y el llamado Castelo da Roda, en el barrio de Curro. La familia Montenegro ya hizo valer mediante reclamaciones su título de propiedad, confirma la autora, y comenzó a recaudar el canon de colonización que había establecido la junta de Armamento para las tierras cultivables con el fin de financiar las obras defensivas. Tras la nacionalización de los bienes de la Iglesia en 1836, el Cabildo deja de pleitear por la propiedad con la familia Montenegro, representada por Joaquina Montenegro, marquesa de Valladares. Las islas de Ons y Onza pasarían heredadas a su nieto Francisco Quiñones de León.

En su libro, Marta lemos también indaga en un aspecto curioso de las islas. Por aquel entonces no pertenecían entonces a ningún concello. En 1837 las reclamó Sanxenxo ante la Diputación. Fueron vecinos de Beluso los que informan, cuatro años después, de que los isleños son vecinos de Cangas, Bueu, Meira y Marín y en estos lugares pagan sus impuestos. En 1844, la Diputación dirimió que Ons pertenecían a Sanxenxo pero cuatro MEses después el amrques de Valladares solicitó la incorporación a Bueu haciendo valer su peso como propietario. Ons tenía 49 pobladores (47 de Beluso, 1 de Celo y 1 de Meira).

Es en esta etapa cuando Lemos ya introduce la figura de Manuel Riobó, clave en la historia de las islas y patriarca de la última saga familiar que fue propietaria. Manuel Riobó Guimaráns nació en 1860 en el Burgo, en Cela. Hijo único del matrimonio formado por Juan Riobó Dacosta y María Cruz Guimaráns, procedía de una familia muy humilde pero se convrtió en el dueño de las islas. ¿Cómo pudo llegar a serlo? Estudió bachillerato en el Instituto de Pontevedra y después Medicina en Santiago. Se licenció con 26 años en 1886. Se casó con Dolores Bustelo Tojo, natural de Conxo y tuvieron cuatro hijos: Sofía, Didio Ismael, Eligio y Alfonso. El matrimonio emigra a Filipinas, colonia española en donde ejerció de médico. Adquiere relevancia social y económica. Con la pérdida de la soberanía española en Filipnas en 1898 retornó a España y se establece en Bueu, que sigue igual 20 años después. Era un médico muy requerido, lo fue en una ocasión para atender una epidemia de tifo en Ons y tuvo su contacto con las islas. Aquella intervención le supuso un reconocimiento del alcalde. Llegó a ser concejal entre1902 a 1905. Consigue plaza como médico y forma parte de la Junta Sanitaria del Concello de Bueu. Entra en el comercio de pescado y en 1906 obtiene los permisos para abrir en Pitís, en la playa de Pescadoria, una factoría y muelle.

En 1911 un vecino de la isla Marcial Bernadal pidió al marqués de Mos y Valladares alquilar la isla de Ons por 6.500 pesetas anuales y firmaron un contrato por cinco años para ampliar el cultivo en unos terrenos que quedaban exentos del pago del canon de los colonos. El marqués se reservaba el uso exclusivo de la caza. El contrato otorgó casi un poder absoluto sobre los colonos. Estaban obligados a venderle la pesca al arrendatario. Bernadal no dejó buen recuerdo por su carácter déspota.

En 1912 Manuel Riobó sigu escalando posiciones, consigue la plaza de médico forense en la cárcel preventiva de Vigo. En 1919 propone a Bernadal la creación de una sociedad conjunta y acuden junto al pazo Quiñones de León para comprar las islas. Eran herederos Mariano White y el marqués de Alcedo. Las compraron por 250.000 pesetas, quedando excluidos los terrenos de ampliación del faro y los derechos de caza, alquilados de forma vitalicia a un médico de Vigo, Manuel Rodríguez Cadaval. Podían expulsar de las islas a quines consideraran porque los insulares no eran propietarios, sino arrendatarios, obligados a criar ganado y venderles la pesca, principalmente el pulpo.

Pero la Sociedad se rompió y en 1921 Riobó compra la mitad de Bernadal. Riobó pensó que la relación con los colonos iba a mejorar pero la agitación de estos, que reclamaban ser los dueños, estaba en marcha. Acusaba a Bernadal de estar detrás. Riobó sufrió daños en sus propiedades. En 1921 firman un acta de conciliación en el que le reconocen como dueño absoluto en un intento de evitar el desalojo y se elabora un inventario de los bienes de los firmantes que sirvió de base para los contratos singulares que el dueño realizará con los insulares con una actualización de precios. En ese inventario figuran 51 insulares.

En 1923 llega la escuela a Ons. A partir de los años veinte comienza el declive para Riobó. Vio morir a tres de sus cuatro hijos Alfonso, Elixio y Sofía, que murió en un viaje de retorno a Ons a Vigo. Con 70 años delega la gestión del negocio a su hijo Didio. En 1930 constituyen la sociedad Isla de Ons. Didio Riobó estudió y viajó por Europa y América hasta asentarse en Bueu. Se casó a los 40 años con María Antonozzi Palanca, argentina de origen italiano. Pasa temporadas en Ons en la casa-almacén Curro, cerca del puerto, atendiendo los negocios.

El libro continúa con la etapa de la República que propició cambios que no llegaron a las islas, con un rñégimen casi feudal. Los negocios no iban bien, con deudas y Didio Riobó gestionó la venta de la isla al Estado.Entre los colones despertó de nuevo el deseo del reparto de tierrasde la mano del maestro nacional Joaquín Fernández Cambeiro que tomó posesión de su plaza en mayo de 1931 y se implicó en su reivindicación.