Desde hace un par de años la crisis económica y el constante aumento del paro se está dejando sentir en la mayoría de los negocios, que ven como sus ventas caen en picado. Pero en el caso de los bares y restaurantes de Domaio este problema no viene si no a agravar una crisis propia que se inició en el año 2005, cuando se abrió el Corredor do Morrazo. Desde entonces Domaio dejó de ser un lugar de paso tanto de los trabajadores de toda la comarca que se dirigían a Vigo como de los ciudadanos del otro lado de la Ría que acuden a O Morrazo en busca de playas o relax. Y es que Domaio ya se encontraba al lado de Vigo sin necesidad de ninguna carretera nueva. Para sus detractores el Corredor perjudicó la economía de la parroquia, aunque los defensores dicen que eliminó muchísimo tráfico de la PO-551.

"Abrimos ás 6.00 horas para ofrecer almorzos aos traballadores, e ao pouco de abrir o corredor a clientela baixou nun 30%. Paraba moita xente que ía para Vigo dende Moaña ou Cangas, tanto para traballar como para Povisa", explica Ricardo, un camarero del bar Prado da Ribeira. "Esta era la primera parada de muchos trabajadores de los astilleros de Vigo, pero ahora todos cogen la rotonda y ya van directos a sus casas. Domaio no es como el centro de Moaña, aquí tienes que venir a propósito para tomar algo y esto nos perjudica", lamenta Isabel Breijo, responsable de la Hamburguesería Piscis.

La competencia en Domaio es enorme, no en vano existen unos 14 bares o restaurantes en menos de un kilómetro, por lo que subsistir solo gracias a la clientela local se antoja complicado. "Los clientes a los que ya les gustaba esto vienen de todas formas, pero mucho menos que antes, y siempre dicen que ahora cogen el Corredor y por eso no pasan por Domaio", dice Breijo. Pese a la alta concentración de bares, la responsable del Piscis reconoce que antes del Corredor "trabajábamos todos muchísimo, incluso más que los del centro de Moaña. Los viernes, cuando los obreros venían de Vigo trabajábamos a destajo, pero ahora van por arriba", indica.

De la misma opinión es José Soage, que regenta el bar O Mariñeiro. "Collín o local hai sete anos, xusto antes de que abrise o Corredor e claro que afectou, ao cabo de dous meses da apertura a clientela baixou con forza". No en vano, al principio Soage abría las puertas del establecimiento a las 5.30 horas todos los días para vender desayunos, "pero coa nova estrada só viñan un par de clientes e xa non compensaba abrir tan cedo", alega. Asimismo, asegura que muchos transportistas que venían a repartir a distintos comercios de la comarca paraban en el local, "pero agora é máis cómodo ir por arriba". Eso sí, los responsables de los locales no achacan a la vía rápida todos los males y reconocen que se recrudeció la situación con la crisis. "En Rodman Polyships tamén botaron a moita xente, que adoitaba parar por aquí antes e despois do traballo", comenta a modo de ejemplo Soage. Lo mismo ocurre con la gente que acude a las playas: "Muchos fines de semana hay atasco en la PO-551, pero ahora ya nadie para a tomar algo".

Por otro lado, un problema que es común a la mayoría de los bares, sean del sitio que sean, es el aumento de los controles de Tráfico en los últimos años. "Antes vendiamos moitas máis copas e cervexas, pero agora descendeu drásticamente este consumo", argumenta el camarero de Prado da Ribeira. Y es que el hecho de no estar en un núcleo urbano dificulta las cosas, "muchos clientes que antes se pasaban por aquí prefieren aparcar en Moaña, cerca de casa y regresar andando por si acaso", apuntilla Isabel Breijo.

Las normas para luchar contra el alcohol al volante son cada vez más restrictivas "y hacen que la gente ya no se tome varias cervezas si no está al lado de casa, porque la multa puede ser altísima", recuerda el responsable del bar O Mariñeiro.