El incendio que este fin de semana arrasó 77,8 hectáreas de monte -76,8 de raso y una de arbolado- en las parroquias estradenses de Sabucedo, Codeseda y Liripio viene a acentuar la difícil situación en la que el durísimo invierno ya había puesto a Rapa das Bestas y a la cabaña de O Santo, que cada mes de julio protagonizan la mítica Festa de Interese Turístico Internacional. Así lo admitió al mediodía de ayer el presidente de Rapa das Bestas, Henrique Bazal, que subraya que esta pérdida de pastos tan cerca de la parroquia y el desplazamiento de las entre 16 y 17 yeguas que habitaban esa zona les "perjudica gravemente". No solo esas reses (mayoritariamente de propietarios diferentes a la Rapa) se ven obligadas a buscar otra zona -se han ido hacia los montes de Forcarei- alejándose por tanto la posibilidad de que acudan a la fiesta. Sobre todo, la Rapa ve mermado el alimento disponible para la yeguada de O Santo en el entorno de Sabucedo a falta de poco más de un mes para la fiesta.

Tras visitar el domingo la zona arrasada por el fuego, Bazal no oculta su impresión de que podría haber sido peor. La zona afectada "no es la peor" en términos de maleza de la vasta superficie de monte donde reside la yeguada de O Santo. Además, es "una zona cómoda", de relativo "fácil acceso", en la que, por tanto, se pudo actuar. Tal vez por eso y por que el mato no era excesivamente denso, en algunas zonas la acción del fuego parece habersido superficial. No quiere ni pensar qué habría ocurrido si el fuego se hubiese declarado en el monte Cávado, una zona "con malos accesos" en la que en 2006 ya perdió numerosas cabezas de ganado acorraladas por el fuego.

No obstante, lo ocurrido el fin de semana hace que Rapa das Bestas vea acrecentados sus peores temores en materia de incendios, de los que ya dio cuenta recientemente al Concello y a la Consellería do Medio Rural. El colectivo señaló la necesidad de efectuar desbroces como medida de mejora silvícola y de reducción del riesgo de incendios e incluso la construcción de un cierre perimetral en torno a 3.000 hectáreas para reducir daños en cultivos y la presencia de reses en las carreteras de la zona. Pero sigue esperando una respuesta que no llega.

"O se hacen ahora los desbroces o estamos perdidos. El monte está muy mal", reitera Bazal, que ya le dio cuenta de esta situación a la propia conselleira en la reunión que mantuvieron en los últimos meses. Hay zonas de monte en las que los tojos alcanzan los 4 metros de altura. En caso de incendio, es un combustible que no solo dificultará la extinción sino que, además, ardería con tal fuerza que deterioraría el suelo gravemente, dejándolo en malas condiciones "durante años". Al acercarse el verano, se teme que pueda llegar el buen tiempo y que, si los desbroces se demoran mucho, cuando la Xunta quiera hacerlos ya no puedan realizarse por la prohibición de estas tareas que se decreta cada verano para reducir el riesgo de incendio.

Precisamente por ello, mientras espera la respuesta de la consellería, la Rapa ya está poniendo su particular granito de arena al respecto. Lleva un par de semanas efectuando desbroces en 30 hectáreas de monte, con fondos propios. Para el colectivo trabajan ahora dos tractores en la ladera de Montillón, "por delante del Cádavo", explica Bazal.

Es solo una de las líneas de actuación de la Rapa que este invierno ha tenido que retirar reses de numerosos pueblos, donde la yeguada -ante la falta de alimento en los montes- causaba daños en huertas y fincas. Llegó a reunir a 40 reses enel cierre de O Castelo y a otras 40 en el de O Curuto (sito enfrente del incendio declarado este fin de semana pero al que, afortunadamente, no se extendió el fuego). Este mismo sábado acudió a retirar 5 caballos de Cimadevila. Aunque solo uno era suyo, los introdujo en uno de sus cierres, para evitar nuevos daños.En estos cierres, la Rapa suplementa la alimentación de las reses con hierba que ha segado previamente.

Aunque con la primavera la situación ha mejorado un poco, este año ha sido "muy, muy duro". Tanto que Bazal calcula que la Rapa ha perdido entre 80 y 100 reses. Al ser un "año durísimo" climatológicamente hablando, hubo menos pasto y los animales se alimentaron peor. Con el frío y la lluvia "se paralizan" y "ni comen", se quedan "entumecidos", "los más débiles enferman, viene el lobo" y el depredador "no tiene ni que correr". Defiende que la situación puede mejorar con una gestión del monte adecuada, precisamente para lo que le ha pedido apoyo a la Xunta. Pidió desbroces. Quisiera tener un tractor para poder efectuarlos directamente. O que se le contraten a una empresa. Sigue esperando.

Asimismo, en los últimos meses el colectivo ha reunido las firmas de particulares de Souto, Montillón y de comuneros de zonas como Vilar de Mato, Quireza y Castro de Orto al cierre perimetral de 3.000 hectáreas y a la mejora silvícola de sus montes para cuya ejecución la Rapa busca el apoyo de la Xunta. La asociación quiere agradecerle su apoyo a propietarios y comuneros. De momento, solo los presidentes de los comuneros Cequeril y Cimadevila -en Cuntis y Campo Lameiro- se han opuesto a la medida. Faltan también por pronunciarse oficialmente comuneros de otra zona muy concreta.

Y, paralelamente, ha comenzado ya a trabajar en "preparativos" para la Rapa. Repara cierres, cierra un tramo de carretera que une el monte y Sabucedo y limpia de cáscaras el entorno de la Casa das Vellas. Aun le falta por repasar la ruta de senderismo, mejorar el cierre de O Curuto, limpiar un depósito de agua que garantiza el agua a la yeguada aunque haya seguía , acondicionar el Campo do Medio (lleno de tierra arrastrada por las lluvias) y empezar ya a acercar reses a la parroquia, a fin de garantizar así, un año más, el éxito de la fiesta.