-¿Qué futuro le augura a su hijo Roberto al frente de Baroncell?

-Es un futuro duro el que tiene por delante porque hay que trabajar mucho. Esperemos que las cosas mejoren, pero pienso que aún van a tardar algo en hacerlo.

-¿Cómo se consigue mantener a una clientela que pasa de padres a hijos en un negocio de moda?

-Tenemos la gran suerte de que entre nuestros clientes hay varias generaciones de una misma familia. Nuestra tienda estaba orientada a una clientela de mediana edad, aunque hay que decir que los vaqueros ya son una prenda tanto de jóvenes como de mayores. Ahora, con el paso del tiempo y con la presencia de Roberto en la tienda, ya empieza a venir más gente joven de la que había hace años. De hecho, desde que está él ya compro un poco más pensando en gente de su edad porque, como te digo, desde que está en la tienda sí que se ha notado mayor afluencia de clientela joven.

-¿No cree que la juventud actual se preocupa más de su aspecto que los de la generación de sus padres y abuelos?

-Sin duda alguna. Las diferencias son abismales. Antes tus padres te compraban algo y tú te lo ponías, y le dabas las gracias por comprarte un jersey porque era el único que tenías. No es como ahora porque a cada fiesta que van compran uno distinto. A mi, a su edad, me gustaba cualquier prenda con tal de poder ponerme una. Cuando yo empecé a trabajar tampoco había el surtido que hay ahora en el comercio. Era una época en la que había o camisas blancas o camisas de trabajo. Hoy hay una variedad enorme de prendas para elegir. Los chavales están a la última porque cogen el móvil y se informan de lo que se lleva. La llegada de las nuevas tecnologías han cambiado también este negocio.

-¿Ayuda tener un hijo tan conocido en el pueblo a la hora de cederle el testigo en la tienda?

-Por supuesto. Como te decía antes, desde que está él cada vez entran más gente joven, y eso es muy bueno para Baroncell.