"Nací en el Lérez pero ahora soy hijo del Ulla". Así sintetiza el maestro jubilado Eliseo Simal García los sentimientos que le inspiran A Estrada y,Santo André de Vea, en cuya escuela unitaria ejerció la docencia durante 18 años. Cuando supo que sus exalumnos organizaban una comida de confraternidad que tendrá lugar hoy, fue el primero en apuntarse y también el que más fotografías aportó de las sucesivas promociones a las que instruyó. Ansía reencontrarse y abrazar a sus exalumnos.

Nacido en la Casa do Crego de Serrapio (Cerdedo), se considera "hijo de A Estrada". "Es mi segunda patria", asegura. Su madre, Esther García Bermúdez, era maestra en Fragoso, de cuyas "carballeiras" aun se acuerda hoy cuando necesita levantar el ánimo. Aficionado a guardarlo "todo", Eliseo conserva como oro en paño sus recuerdos de infancia y juventud en A Estrada y Cerdedo. De niño, recuerda que el "coche de la feria de Daniel Troiriño" subía la cuesta "despacito". Él y sus amigos se colgaban de la escalera por la que se subía la fruta al techo del autobús. "Íbamos hasta Ribela y, al volver, Daniel -que era un buenazo- nos decía que viniéramos dentro. Era un santo", sonríe. También recuerda sus viajes por Codeseda hacia Serrapio. Allí, a causa del proyectado pantano, perdió los periódicos de FARO DE VIGO de antes de la República que atesoraba.En su Casa do Crego natal estaban suscritos al decano de la prensa nacional, que llegabapor correo.

Pero a Tabeirós-Montes a este maestro jubilado -que hoy reside en Santiago- le unen muchos más lazos. Sobrino de Lino García de la librería La Artística de Calvo Sotelo, yerno de Otero Abelleira, su padrino era el maestro Antonio Borrajeros Taboada de Ribela. Fue él precisamente el que, pidiendo destino en A Estrada, hizo posible que Eliseo recalase en Santo André de Vea para esquivar su primer destino definitivo: Santurce, en el País Vasco.

Cuando llegó a Vea, la escuela -"un remanso de paz" gracias a unos niños "modositos y calladitos" muy diferentes de los que había tenido en Conxo y Quiroga Palacios- estaba al lado de la carretera, junto a la Casa Emiliano. Temía que pudiesen atropellarlos y celebróel estreno de la nueva escuela. En ella formó a generaciones y generaciones de estudiantes de Santo André. En ocasiones, a hijos y padres. Fue una etapa muy feliz, una "experiencia muy bonita" con éxitos y "dos o tres fracasos": niños a los que no consiguió instruir como quería. Aun hoy se pregunta si hubiera podido lograrlo de alguna forma. Fue maestro de Santo André durante 18 años. Se fue cuando la matrícula descendió y se veía venir el cierre que luego se produjo. Ejerció la docencia otros 18 años en A Ramallosa. Se jubiló a los 61. "Fue una locura que cometí", dice convencido este maestro vocacional, deseoso de volver a verse hoy en medio de los niños a los que un día instruyó.