Los dos partidos comparten un objetivo: contribuir a formar una mayoría que impida al Partido Popular reconquistar la Alcaldía en Lalín el próximo año. Ya lo hicieron en 2015 cuando los populares se quedaron a un puñado de votos de la mayoría absoluta, pero la posición de A Plataforma Aberta Cidadá (APAC) y BNG fue muy distinta. Mientras los primeros se echaron a la calle junto con los simpatizantes de Compromiso por Lalín (CxL) y PSOE, los nacionalistas optaron por una posición más discreta y en aquella noche del 24 de mayo la imagen de la alternativa tenía como protagonistas a Rafael Cuíña, Nicolás González Casares y Lara Rodríguez Peña. El entonces candidato del BNG, Xosé Manuel López -desalojado del salón de plenos a los pocos meses- no posó. Los nacionalistas sí apoyaron a Cuíña como alcalde, aunque rehusaron entrar en el gobierno hasta que la agrupación eligió a Francisco Vilariño como su representante en la corporación.

La proximidad ideológica de APAC y BNG es, precisamente, uno de los motivos por los que estas fuerzas, lejos de converger, buscan su espacio y arman sus propias estrategias ante la sociedad y sus simpatizantes. Tampoco conviene dejar de lado la influencia emocional de las relaciones personales. La llegada de Vilariño al gobierno, recibida con los brazos abiertos por el alcalde, fue vista entonces con recelo por sus otros socios de gobierno. Mientras para el PSOE el paso del tiempo y el objetivo común quizás haya servido para cerrar viejos conflictos -causantes de profundas heridas que no se olvidan-, APAC como organización política es consciente de que en su haber consta que no tiene pasado ni tampoco deudas pendientes.

Cuando todo apuntaba, precisamente hace ahora dos años, a que Vilariño obtendría una dedicación exclusiva por la carga de trabajo que tiene dentro del gobierno al asumir destacadas delegaciones como las de Obras, Turismo o parte de Hacienda, la asamblea de APAC se oponía al salario del nacionalista y abría el primer cisma en el seno del cuatripartito. Aquel episodio no está olvidado. Entonces Cuíña defendió la dedicación de Vilariño por su labor en el Concello, pero no tuvo más remedio que tragar con una decisión a la cual el partido de Peña se opuso por no haberse mancomunado previamente. Vilariño aseguró que sí existía un acuerdo y, luego, el BNG cuestionó el "salario encubierto" de 900 euros de Peña frente a los 1.500 que cobraría él por trabajar a tiempo completo.

La llamada a la coordinación y comunicación del gobierno lanzada el domingo por APAC -por otro lado, reiterada- tiene un objetivo que no es otro que el propio Vilariño, pues la sintonía de Peña con el alcalde es buena, como también lo es entre Cuíña y el nacionalista. La utilización de Peña de un coche oficial para acudir a un examen fue otro episodio que ayudó a abrir la herida entre APAC y BNG. Los nacionalistas fueron los más críticos con este caso y, aunque este asunto fue destapado por el PP, en el seno de la plataforma no se descarta que la filtración saliese de dentro del cuatripartito. Ahora el Bloque es el único que rehúsa valorar la llamada a la coordinación de APAC; un silencio, cuando menos, significativo.