Los 24 años que lleva residiendo en la comarca de Tabeirós-Terra de Montes le han valido para convertirse en uno de los pintores por excelencia de A Estrada. Naturalmente, Baldomero Calviño pinta. Es un artista. Suyo es, por ejemplo el retablo de la Oración de Jesús en el Huerto al que vuelven los ojos los devotos que acuden a los oficios religiosos de Semana Santa. Pero Baldomero Calviño es mucho más. Para los centenares de alumnos de Tabeirós-Montes y Trasdeza a los que en estos 24 años ha desvelado los secretos de la técnica que luego les permite materializar su inspiración es, sobre todo, el maestro que llegó de Cuba.

Por eso, cada una de sus iniciativas halla el respaldo de sus discípulos artísticos y de otros artistas plásticos locales ya reconocidos como Manuel González "Picasso" o exalumnos de Calviño que ya vuelan solos como José Luis Brea, mercedes Nodar, Concha Álvarez o Toña Reino. Y así ocurrirá en unos días. Todos ellos participarán en la gran exposición colectiva que Calviño se propone hacer bajo el nombre de "Rapsodia en azul", rindiendo tributo así a la obra musical de George Gershwin "Rapsodia in blues". Si un equívoco fonético indujo a pensar que se refería al color azul, Calviño quiere en esta colección -de acuerdo con la propuesta de su "amigo" Xaquín Blanco- conjugar instrumentos musicales con el predominio del azul. Rompe así con la línea que marcó hace unos años "Un concierto en blanco y negro".

Su idea, que abrigaba desde hace tiempo, fue muy bien acogida. Sus alumnos y colaboradores se pusieron manos a la obra para recrear numerosos instrumentos y motivos musicales. "Hay trabajos preciosos", subraya Calviño: "trompetas, violines, arpas, tubas, clarinetes, pianos, instrumentos de percusión..."

A ellos se suman instrumentos italianos como el laúd, otros de Galicia como panderetas o gaitas, un instrumento de León y otros característicos de México como la marimba, las maracas o el guitarrón mexicano. Subraya el "esfuerzo" y la "fantasía" que subyace a cada una de estas obras, fruto de la inspiración y el trabajo creativo de autores de edades muy variadas: desde los 5 años hasta edades avanzadas que quien ha alcanzado prefiere no desvelar. Hay óleos, dibujos, acrílicos, un tallado sobre cristal y ytrabajos de técnicas mixtas con materiales diversos. La exposición -que se inaugurará a las 19.00 horas del próximo domingo, 17 de diciembre, en la Sala Abanca- permanecerá abierta hasta el sábado 23.

Detrás de muchos de sus trazos está la técnica hábilmente enseñada por un pintor nacido en Cuba pero hijo de un forcaricense de Liñares que pintó desde niño pero que recibió formación académica en la Escuela Nacional de Diseño y en la Escuela Nacional de Arte de San Alejandro, en La Habana. Siempre quiso ser pintor. Por eso, aunque trabajó durante 20 años en una imprenta, de noche estudiaba pintura. Su estrecha relación con el diseño gráfico y las artes gráficas le ayudó mucho para su formación. Cursó estudios superiores de Artes Plásticas. No le duelen prendas en decir que le "debe mucho a la profesora Cenaida Díaz" , una "gran amiga" de la que aprendió "muchísimo: dibujo, diseño, color..."; y a otros docentes que le enseñaron Historia del Arte, Grabado, Perspectiva y Dibujo Técnico. "Le debo mucho a muchos en Cuba", admite. Allí dirigiría durante dos décadas el grupo artístico 20 de Octubre, integrado por pintores, fotógrafos, diseñadores, ceramistas y escultores. Es un bagaje que le sirvió para encauzar su vida hacia la enseñanza de la pintura, de la mano de Coesco y PaintHouse primero y desde hace ya muchos años ya por su cuenta.