El decreto, además de recomenar el uso de inyectores, señala que los estiércoles sólidos han de enterrarse después de su aplicación en el menor plazo de tiempo posible, aunque también contempla excepciones para casos de cultivos con siembra directa o mínimo laboreo, así como en pastos y cultivos permanentes o cuando la aplicación del estiércol se realice en cobertera.

Las explotaciones ganaderas de Galicia generan al año 15 millones de metros cúbicos (m3) de purines. De esta cifra, dos millones corresponden a las granjas de Deza y Tabeirós-Montes, según los cálculos de Román Santalla. La norma indica que, por año, cada hectárea de terreno debe soportar, como mucho, 210 kilogramos de purín. Con este tope, se evita el exceso de nitratos en el suelo y su posible filtración a las aguas, con el consecuente impacto medioambiental.