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Daniel Torres: "Pude disfrutar de un trabajo que me enganchó desde el primer momento"

El responsable de la reconocida quesería estradense se retira después de cuarenta años al frente del negocio familiar

Daniel Torres posa con algunos de los quesos creados en Labrador Estradense. // Bernabé/Luismy

Daniel Torres se jubiló hace cuatro meses pero la inercia y el cariño por aquello que fue su pasión lo acercan cada día a Liñares. Allí lo encontramos paseando y observando el trabajo diario en una quesería cuyo nombre ha estado ligado a A Estrada desde hace más de 75 años, el Labrador Estradense.

-Está usted jubilado y sin embargo los encontramos en la quesería, ¿le cuesta separarse?

-Me gusta venir por Liñares. Fue mucho tiempo aquí. Ahora sin embargo, desde que me jubilé hace cuatro meses, ya está todo en manos de mi hermana Marisol. Es una continuidad al frente de la quesería. Yo ya estuve al frente durante más de cuarenta años. Ahora espero que continúe ella y que consiga más logros que yo.

-¿Labrador Estradense lo iniciaron su tío y su padre?

-Empezó mi tío José María. Tras la guerra, en el año 39, anduvo por Cuba y regresó. Fue un hombre siempre impulsor de la agricultura y montaron la quesería, por llamarlo de alguna manera. Era algo casero. A lo mejor empezaron con veinte o treinta quesos al día. A él se le unió mi padre. La nieta de mi tío es la persona que hoy en día es responsable de la casa de turismo rural Torres de Moreda. Por diferentes cosas mi tío terminó quedándose precisamente en esa casa y mi padre en Liñares. A partir de ahí mi padre quedó al frente de esto y lo fue sacando adelante poco a poco.

-¿Cuándo entra usted en esta historia?

-La verdad es que los estudios nunca fueron mi fuerte, así que volví pronto para casa. A partir de ahí, en el año 73 o 74 más o menos, comencé a trabajar en la quesería. Fue después del servicio militar. Mi hermano y mi hermana también trabajaron en la quesería pero ellos hicieron su vida y se marcharon. Desde aquella hasta ahora. Como hijo pequeño me quedé con mi padre y seguimos entre los dos. Cuando mi padre se jubiló me dejó a mí la batuta. En todo este tiempo hubo que ir adaptándose a las normativas europeas, hubo que hacer inversiones... De todo. En la zona también había un gran número de ganaderos a los que se les recogía la leche. Había 150 o 160 ganaderos. Ellos eran y son unos de los grandes beneficiados de que esto siga funcionando.

-¿Mantienen ese nivel de ganaderos que los surten de leche?

-Hace cuestión de un año o año y medio dejamos de recogerles la leche a los ganaderos. Hace dos años andaban entre 30 y 40 ganaderos. Para nosotros era más fácil comprarle a un primer comprador, así que hicimos una reestructuración. En su momento fui puerta por puerta a junto los ganaderos con el primer comprador para intentar que no se quedasen fuera de la casa y que pudiesen entregarle la leche a esta otra persona. Para nosotros sin embargo es comprar la leche a la carta. Ahora podemos controlar stocks de mercancía. Antes de este cambio había que trabajar sábados, domingos o festivos porque había que recoger la leche. Nunca fue nuestra idea dejar tirados a los ganaderos estradense. Tanto para mi padre como para mí ellos también son parte de la historia de Labrador Estradense.

-¿Ha cambiado la forma de hacer quesos a lo largo de sus cuarenta años en Labrador Estradense?

-El queso mejoró, aunque sigue siendo un producto artesano. Como todas las cosas, si trabajas con buena materia prima es más fácil. También entramos en la denominación de origen queso Arzúa-Ulloa. Eso hizo que aumentasen las ventas. También tuvimos la distinción de plata del año pasado del queso de tetilla. También mejoró el queso de barra, el de toda la vida. En eso ayudan también las nuevas tecnologías. Tenemos también un queso gallego semicurado que está funcionando muy bien.

-Se le ve orgulloso cuando habla del fruto de su trabajo.

-Sí, por supuesto. Estoy muy orgulloso de este producto. Todo el mundo debería estar orgulloso de aquello que hace. Es una satisfacción muy grande para las chicas que trabajan aquí y para mí saber que cada mes se fabrican 7 o 8 mil kilos de queso que después es bien valorado por parte de los consumidores.

-A nivel personal, ¿contento por una vida ligada a este mundo?

-Estoy muy contento. El ser quesero engancha. Sabes que estás haciendo un producto que te agradecen. Estoy muy orgulloso de haber sido quesero y de poder seguir con una cosa que empezaron mi tío y mi padre. Ahora espero que esta generación, con mi hermana Marisol al mando, puedan continuar. Ojalá ella también reciba muchas distinciones. Será señal de que esto sigue andando.

-¿Con qué se queda de todos estos años en Labrador Estradense?

-Con el sacrificio de estar siempre al pie del cañón, con el sacrificio de toda la familia y con el sacrificio de todos los obreros. Yo soy la cabeza visible pero las distinciones y los premios son suyos. Gracias a todos ellos pude, con alegrías y con lágrimas, disfrutar durante más de cuarenta años de un trabajo que me enganchó desde el primer momento.

-Será también complicado competir desde Liñares en un mercado como el actual, tan competitivo.

-Sí, pero el ir con una marca reconocida y respetada ayuda mucho. Antiguamente había la tienda de María y la tienda de Pepe. Ahora esas tiendas son Gadis, Carrefour Froiz... Ahí tienes que competir con muchos más compañeros. Para el consumidor es más fácil ir a una gran superficie y llenar el carro. Nosotros sin embargo tenemos mucha venta directa con la hostelería, el mercado y algún comercio. También estamos en Gadis en Santiago y A Estrada pero no damos llegado a todo. No das llegado a todas las superficies. Sería algo que nos podría absorber. Si nos metemos ahí seguiríamos siendo una quesería, pero diferente por completo. Tendríamos que cambiar nuestra forma de trabajar.

-Ahora le toca descansar con la jubilación.

-Pues sí. Llevo cuatro meses y ya nos fuimos de viaje un tiempo. Fui también abuelo y tengo una nieta estupenda. Ahora en lo único que pienso es que en menos de nada esté corriendo y pueda correr detrás de ella. De momento no me aburro, aunque es cierto que por las mañanas me gusta venir a dar un paseo por Liñares.

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