Silleda cuenta desde ayer con una Escola de Familias, un proyecto que nace de la colaboración entre el Concello y la Asociación para o Crecemento e Orientación Familiar (Acrofam). La Casa da Cultura de Trasdeza albergó la primera sesión de esta nueva propuesta, en la que el psicólogo Carlos Vila fue el encargado de dirigirla.
-¿Se puede enseñar a ser padres o es algo que se tiene que aprender con el paso de los años?
-Más que aprender a ser padres, se trata de hacerlo en clave positiva, o sea decirle a los padres que lo saben hacer. Decirle qué cosas de las que ellos hacen la respecto les salen bien. El problema es que nos hemos concentrado demasiadas veces en la parte negativa, en lo que no sabemos hacer, y nos falta que alguien nos diga qué es lo que nos sale mejor o bien. Hay que decirle a los padres que parte de lo que están realizando está bien hecho.
-De todas formas, supongo que enseñar a educar no debe de ser sencillo, sobre todo, porque cada persona y cada familia son diferentes al resto, ¿o existen pautas genéricas en este ámbito?
-Educar es sencillo, pero si nos centramos en la persona, si vemos sus necesidades, si vemos el contexto, y es cuando te das cuenta de que lo que parecía sencillo ya no lo es. Pero eso es así por todo lo que rodea al proceso. Hoy en día es más sencillo educar a un niño natural que en un entorno urbano porque la cantidad de cosas que tiene que manejar son completamente distintas. Entonces, unas son mas intuitivas que otras. Educar es sencillo porque lo venimos haciendo cientos de miles de años, y no lo hacemos mal. Lo que pasa es que la adaptación de ese proceso a las circunstancias actuales hacen que sea complicado, evidentemente.
-¿Piensa que está en crisis el principio de autoridad en el seno de las familias actuales?
-El principio de autoridad está en crisis porque nosotros mismo lo hemos puesto en crisis. Tú lo que no puedes es no decirle nunca a un niño que no, ser maleducado con el niño y luego exigirle que él lo sea, porque tenemos que ser coherentes y compartir tiempo con ellos. Lo que pasa es que en esto de compartir tiempo, a veces, confundimos cantidad con calidad. Los niños necesitan tiempo de calidad, y eso no es que estemos en la misma habitación con ellos, es que estemos haciendo algo juntos.
-¿Se sigue confundiendo respeto con miedo, también, a veces en el seno de las familias?
-Un hijo a un padre nunca le puede tener miedo, pero sí respeto. Como persona mayor te tiene que escuchar, y como tales hay cosas que tenemos que hacer, también.
-¿Qué opinión le merecen los que se vanaglorian de ser amigos antes que padres de sus hijos?
-Un amigo tiene un papel distinto al de un padre en el proceso educativo de una persona. Un padre tiene que ser próximo, tiene que escuchar, tiene que entender, tiene que compartir y que estar al lado de su hijo, pero no ser amigo porque la amistad es una relación diferente. Hay cosas que como padre y como madre tú no tienes que enterarte, evidentemente.
-¿La paternidad no acaba nunca? ¿Por qué hay padres que dicen liberarse de ese rol una vez que sus hijos consiguen emancipares?
-No es cierto. Otra cosa es que el papel va cambiando con el tiempo. Cuando tu hijo tiene seis años necesita un papel, cuando tiene 12 otro y cuando tiene 40 necesita otro distinto. Un padre o una madre es de las pocas cosas que uno puede borrarse. Yo puedo pertenecer al Barça o al Madrid y un día borrarme, pero de ser padre de un hijo no lo puedo hacer. Esa parte es muy importante que los hijos también la entiendan así. No voy a dejar de ser tu padre hagas lo que hagas, ese es el mensaje que tienen que entender. Además, hay un Código Civil que nos recuerda que los padres tienen unas responsabilidades, pero también que los hijos las tienen asimismo con sus progenitores y eso hay que ponerlo en valor.
