La fe en San Benito llenó desde primera hora de ayer la parroquia forcaricense de Pardesoa de numerosísimos romeros, llegados de distintos puntos de los municipios de Forcarei, Cerdedo e incluso Avión para pedirle al "santo más milagroso" la cura de todo tipo de males de cuerpo y espíritu.

Apoyándose en un palo a modo de báculo o llevando un huevo de gallina en cada mano para pedir la desaparición de bultos, como marca la tradición, se mezclaron entre las legiones de fieles que, como cada 11 de julio, acudieron a Pardesoa para pedirle a San Benito la concesión de una gracia o agradecerle la curación concedida.

En torno a 1.500 fieles, según el párroco José Pérez Bértolo, se dieron cita en la cita festiva que vio reducido a la mitad el número de sacerdotes oficiantes debido a la existencia de varios entierros en parroquias próximas. Esta circunstancia motivó que los sacerdotes oficiantes -todos de avanzada edad- tuviesen que aplicarse a fondo para dar el mismo servicio a los devotos aun siendo la mitad. De edades comprendidas entre los 70 y los 84 años, los curas que ayer se dieron cita en el santuario optaron por luchar contra el sofocante calor hidratándose bebiendo agua continuamente para ser capaces de seguir realizando su labor motivos por "la fe y el afán de servir a la gente", mayoritariamente mayor aunque también se apreciase ayer "cantera" de devotos en los numerosos niños que acudían a Pardesoa acompañando a sus padres.

La homilía exhortó a apostar por el amor, la compasión y la caridad así como por la regla instituida por San Benito de ser considerado con los débiles: los niños, los ancianos y los enfermos. Tras la misa, el sacristán Tino Agulla dio a besar la reliquia del santo a los fieles.

En el local anexo a la iglesia, junto a su compañero, Francisco Álvarez cumplía ayer 38 años imponiendo la figura del santo con la tradicional bendición que reza: "San Benito te favorezca y te libre de males extraños". También ardían el aceite del santo y miles de velas y velones. De hecho, para la ocasión se habían preparado 70 cajas de 36 velones. Los devotos dieron buena cuenta de ellos, para honrar a su más fiel benefactor.